había preparado. Las paredes pintadas de un azul cielo, la pequeña cuna de madera con un móvil de guitarritas y sombreros de mariachi. Su "bebé mariachi", así lo llamaban todos en la famili
es de felicidad pura, de ver su vientre crecer, de sentir l
ando la voz de Sofía para d
uen
de una amiga de Sofía, sona
. Tienes que venir al hos
o. Los planos sobre su escri
stá bien? ¿El
do de la línea que se sinti
, Ricardo
ecto al hospital fue una tortura. Cada semáforo en rojo era un golpe en el pecho. En su mente, solo había una pregunta repetida mil veces: ¿Qué pasó? No podía ser nada m
del cuarto. Subió por las escaleras, de dos en dos, ignorando
puerta estaba entreab
o congeló e
al, no con una bata de hospital. Su vientre, que esa mañana era
o reconoció al instante con una punzada de viejo resentimiento. Javier. El exnovio
vientre plano, y de nuevo a Sofía
¿dónde est
ó como un s
ágrimas en sus ojos. Su expresión
nterrumpir
recía bajo sus pies. Se apoyó en e
só? ¿Hubo una complicaci
a complicación
cercó a Javier para ajustarle la almohada. Ricardo observó la esce
do, Sofía.
e para mirarlo, y su m
a. Si yo seguía con el embarazo, el bebé le iba a
ro su cerebro no podía procesarlas. Sonaba
stás diciendo? ¡Es nuestro h
nciar el apodo que con ta
baja pero firme, señalando con la cabeza a Javier, quien
intió una oleada de ira y dolor tan intensa que lo dejó temb
jo por una superstición estúpida sobre tu exn
no era su momento. El u
Sofía! ¡Fuiste tú! ¡Tú
que yacía en la otra cama. Se sintió como un extraño, un intruso en una historia que no era la suya. El cuarto de hospital, con su olor a antiséptico, se convirtió en la tumba de todo