azó con su brazo bueno, tratando de conservar algo de calor.
ien, joven? Ya es tarde
por mí", mintió Ricard
léfono. Había pasado más de una hora desde la llamada de So
e habría enviado una avalancha de mensajes llenos de reproches y
ndo el cuerpo entumecido, y caminó lentamente hacia la salida de la clínica. El aire de la
rincipal para tomar un taxi. No ib
icos de los vecinos. Eran fuegos artificiales profesionales, una exhibición masiva y espectacular que pintaba la noche
vo frente a él.
culo en el cielo. "Nunca había visto algo así en esta zona. Dicen que es por el regreso de Alejandr
o por un segundo. Alejandro GD
inero que no había para su cirugía, el tiempo que no había para recogerlo, todo
, entendió. No era que él no fuera una prioridad para Sofía. Era que él ni siquiera estaba en la lista. Él era una herramienta, un empleado no remu
ie de liberación. La venda de los ojos, que él mismo se había ne
buscó en su cartera. Sofía le había dado doscientos pesos esa mañ
tenía tarjetas. Sofía
Ricardo al taxist
r el retrovisor, su
lanco que él mismo había diseñado, brillaba débilmente bajo la luz del interior deiéndole el anillo. "Con esto alcan
anillo, sopesándolo en su mano. "Joven,
esito", respo
rada del edificio, dejando atrás al taxista confundido, los fuegos art
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