l desayuno en silencio, mientras Jorge leía el periódico con una expr
ta me dijo que le recordara la próxima seman
intió, "Qué bu
l nombre del "Lic. Beltrán" en la pantalla del celula
on una voz alegr
¡Qué sorpresa!
ro lado de la línea, su rostro pasó de la confianza a la confusión, y
a vi... ¿un reloj de arena? Tampoco... Sí, solo estábamos mi m
rge estaba pálid
guntó Ximena, fin
ués de que nos fuimos", tartamudeó Jorge, "una pluma Montbla
nos por el pel
si mi mamá...
momento, Doña Carmen entró en la s
temblando de ira y miedo, "¿tú agar
os muy abiertos, la perfecta i
as dices, hijo? ¿Cómo te atreves a i
cosas desaparecieron justo después de q
roba y me quiere echar la culpa a mí!", chilló ella, su voz sub
elo ahora mismo!", exigió J
Carmen, aferrándose a su bols
ectadora en su propio teatro de la venganza, el pánico de Jorge
lo vació sobre la mesa del comedor, y allí, entre un pañuelo usado, unas pastillas para la p
absoluto, roto solo por u
etos como si nunca los h
, con una convicción asombrosa, "¡te di
vió, no dijo nada, solo la miró
sa, que ni siquiera Jorge pudo creerla, miró los objetos robados,
con una voz muerta, "vamos a
y silencioso de la vida de Jorge, Ximena se negó a ir, "es tu madre, Jorg
a, tuvo que enfrentar la mirada fría y decepcionada de Beltrán, tuvo que balbucear una
rito, cuando Jorge salió de la oficina, sabía que su carrera en esa empresa había terminado, no lo
a, los colegas de Jorge lo evitaban, las secretarias susurraban cuando pasaba,
rozado, se sentó en el sofá, con la cabeza entr
tó a su lado,
y en su voz había una nota de fals
a, sus ojos llenos
na, mi carrera, todo...
ella, su voz ahora fría como el hielo, "