la golpearon con la fuerza de un tren, no eran imágenes borrosas, sino sensaciones vívidas, el olor a
empre terminaban con ella pidiendo disculpas por cosas que no había hecho, Doña Carmen tenía una compulsión
o, Jorge pagó la cuenta a toda prisa, arrastrándola fuera mientras le siseaba que no hiciera
que seguro se le había caído en el bolso por
des, Ximena, tuvo una v
a se había esforzado por causar una buena impresión, era una oportunidad importante para la carrera de Jorge, tod
, con una certeza que le helaba la sangre, quién era la culpable, al llegar a casa,
viéndolos, por primera vez, parec
se tiró al suelo, fingiendo un ataque de pánico, jurando que alguien se l
a, Jorge! ¡Nos ven como
bre silencioso y cómplice, la
n, tranquila,
oria ridícula sobre cómo se habían mezclado con sus cosas, su jefe nunca
r con ellos, con Jor
, sentados en la sala, "neces
ue llames loca a mi m
ó Don Ricardo, con su habitual pasividad,
eplicó ella, incrédula, "¿Y la rep
esto eres tú", sentenció Doña Carmen, que
ndió que estaba sola, atrapada en
ades de La Lagunilla, Doña Carmen insistió en ir, decía que quería "ver cosas b
en cada baratija, sus ojos brillando con una codicia infantil, Ximena la vigila
n, mientras Jorge regateaba el p
serio y de pocas palabras, la observaba con atención, en el centro de la mesa, sobre un terciopel
tomó el amuleto y, en un movimiento fluido, lo deslizó
itó el anticuario, "
lcanzó, la gente se arremolinó a su a
men, señalando a Ximena con un pánico fingi
icía llegó, y ante la mirada de docenas de extraños, u
ras, "¡Mi nuera, no puedo creerlo, siempre fue tan buena muchacha, deb
una pieza de museo, robada años atrás, el
armen, la única testigo, mantuvo su historia, llorando, dijo que Ximena
visitarla al segundo año, un día, a través de una carta de su abogado, se enteró de que había
guido sin ella, sin dinero, sin familia, sin futuro, l
ión, el pozo negro se había transformado en un volcán de fu
la mirada ya no era una víctima, sus ojos, que antes eran
el frío cristal del espejo, "la que irá