constante de un programa matutino que siempre le había parecido insoportable, pero el ruid
gusta! Sabe a cartón, ¿qué no entiendes
tado de su habitación, el corazón le latía con una fuerza descontrolada, no por la discusión m
sta luz que entraba por la
ra solo un mal sueño, una pesadilla recurrente producto del infierno que había vivido, pero al abrirlos de nuevo, to
y el terror inicial fue reemplazado por un
a no era la misma Ximena ingenua que se había levantado esa mañana en su vida ante
tamente como la recordaba, Jorge, su esposo, intentaba calmar a s
leche de siempre", le decía Jo
idea de esta", dijo Doña Carmen, señalando a Xi
o razonar con una mujer que no conocía la razón, el resultado habría sido una pe
implemente sonrió, una
ijo con una voz suave, "Jorge, ve a comprarle la que le g
oncertados, el cambio en su actitud los descolocó,
Doña Carmen, triunfante, aunque todaví
na palabra más y salió de la casa, Ximena se sirvió un café, ignorando deliberadam
el timbre, Doña Carmen se sobresaltó, como si la hubieran atrap
Ximena, levant
, Doña Elvira, una mujer de unos sesenta
penada, "pero, ¿de casualidad no has visto mi maceta de geran
ena, Doña Car
e voló", dijo con una naturalidad pasmosa, "estos
sintió ira, sino una especie de lástima fría, la mujer era un
Ximena, con la misma voz calmada, "si l
para enfrentar a su suegra, la maceta de geranios, la reconoció al ins
o como una acusación, sino como una preg
, "¿ahora también me vas a acusar a mí? ¡Igual que tu famili
ge, con el cartón de leche
hora?", preg
ña Carmen, corriendo a refugiarse en el papel de víctim
a Ximena co
ya empezamos, mi mam
hombre que la había abandonado sin mirar atrás, vio su debilidad, su co
orado de impotencia, esta vez,
voz sonó hueca, "tu mamá no harí
a, Doña Carmen con una sonrisa de victoria y Jorge con la expresión de algui