tamente mientras mi tío, el hombre que había amado
icardo, su voz era fría, sin rastro de la calidez con la que me había criado. «Y si no me
a nos había condenado. Le rogué, le supliqué que me llevara al hospital, pero él simplemente se quedó a
orazón latiéndome a mil por hora
a puerta. Miré el teléfono sobre la mesita de noche. La fecha era la misma del
rena
lma. Tenía una segunda oportunidad. Una opo
la cintura, su cabello goteaba agua sobre sus hombros anchos y su pecho musculoso. Su rostro
bía drogado e
or, este fue el m
un gruñido ronco. «Ayúda
a alcohol y a un perfume caro me envolvió, un aroma que una
, por f
rumadora. Me atrajo hacia su cuerpo c
aba a él, él finalmente vería mi amor y olvidaría a Sofía, su promet
esta
oz sonó más fuerte y fi
dido por mi resistencia. Su mirada confundida se encontró con la
ime
había dejado su teléfono. Mis dedos temblaron ligeramente
sioné el bot
n su rostro se mezclaba con la
Cuelga... Xim
del hombre que siempre había
es veces. Finalmente, una voz
amor? ¿Terminó
ometido no se siente bien. Alguien le puso algo en la bebida. Est
a. Colgué el teléfono
, la lujuria en sus ojos lu
llamaste?», balbuceó. «T
ndí, mi voz sin emoción. «Ell
lo miré. No podía soportar ver al hombre que
vayas. ¡Quédate
n una mezcla de de
erta sin m
s propios asun
más dulce que había escuchado en dos vidas. Era el sonido de mi libertad. No me importaba l