img Amor Marchito, Alma Liberada  /  Capítulo 1 | 18.18%
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Historia

Capítulo 1

Palabras:1217    |    Actualizado en: 08/07/2025

erdadero amor y por la existencia de nuestro propio hijo. Todo comenzó en aquel derrumbe en la sierra, un día que debió ser de alegría, una cabalgata antes de nuestra boda. Yo, embarazada,

bebé en esa tragedia, p

cido un año después. Para él, Carlitos no era más que el recordatorio viviente de su fracaso, de su pérdida. Viví siete años como una sombra en mi propia casa, viendo cómo mi esposo miraba a nuest

s muertos o a ver la construcción de las pirámides. Pero para Mateo, consumido por la culpa, fue una oportunidad. Quería volver, salvar a Elena, enmendar s

llenaba mis pulmones. Estaba de nuevo en el caballo, con el vestido blanco de manta que había usado es

de repente", dijo, su voz llena de una te

omesas. Pero yo ya conocía el veneno que se escondía detrás de esa sonrisa. A lo lejos, vi a Ele

a. Los caballos se encabritaron, relinchando de pánico. Gritos. La gen

a a su caballo y corriera hacia Elena, como lo recordaba, como lo había

bruscamente, no haci

ía!",

a bajarme del caballo. Su rostro estaba pálido, sus ojos lleno

hacia unas rocas grandes que pa

aparecería de su vida antes de que la tragedia nos atara. Pero ahora, él estaba aquí, "salvándome" a mí. El universo se estaba burland

do hacia donde ella había caído,

"¡Tú eres mi prometida, Sofía!

pujé a Mateo, pero no fui lo suficientemente rápida. La roca me golpeó en la pierna, un dolor agudo y t

llido agudo y demandante. "¡

ó su rostro por un segundo, pero la costumbre,

ordenó, como si yo pu

me negó. Lo vi forcejear con la roca que la aprisionaba, mientras yo yacía en el suelo, con

a llevó hacia el grupo de gente que se había reunido a salvo. L

dije que te quedaras quiet

..", susurré, el dol

do. Ahora por tu culpa, Elena también está lastimad

de sus palabras era peor. Nada había cambiado. Absolutamente nada. Ya fuera que me

n el tobillo entablillado y palpitante, tomé u

scansar", dijo, su tono distante,

amor, todo se había secado dentr

minar conti

luego soltó una ri

ás adolorida y asustada, es nor

a vuelta para irse, dando por zanjada la conv

io, Mateo. Es

se giró. "Duérmete. Verás las co

odando por mis mejillas. Recordé sus palabras en la otra vida, después de que Carlitos na

. Su desprecio, su ceguera, ahora eran mis mejores armas. Si él creía que yo estaba bromeando

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