ertizo. Se asomó por la puerta, con el rostro rojo de
hora mismo!" , gritó, aunque m
rme a pesar del temblor de su cuerpo. "Nunca. Prefiero mor
s hicieron que Elvira dudara. Esta no era la chica asu
s curiosos. Los vecinos se arremolinaban en la entra
chica dice qu
lío. Comprar una mujer
Ramiro estaba aquí. D
ó. Algo no cuadra. ¿Y si
en decía ser, estaba perdida. La furia de Don Ramiro era legendaria. Pero si se echaba para atrás ahora, perd
a multitud. Vestía mejor que el resto, con botas de cuero y una camisa que alguna
cia el oscuro cobertizo. "Escuché que te está dando problemas. Si quieres, te la quito de las mano
osible salida. Sin embargo, para Elena, era saltar del fuego para cae
a!" , gritó Elena
rio. "Todas dicen
se dirigió directa
sal de ahí. No te h
u arma improvisada.
. Elena, desesperada, se abalanzó y le hizo un corte en el brazo con la h
gata! ¡Ahora s
La desarmó con un manotazo y la agarró por los hombros, estrellándola contra la pared. El g
dos los que se asomaban a la puerta del cobertizo. La humillación fue un golpe devastador, un frío que la paralizó por un
frutando de su victoria y d
o era tan
rla fuera cuando una voz c
UÉLT
tro de duda o frialdad en su rostro. Solo una furia helada. Sus ojos pasaron de la figura semi
grosa. Se acercó al hombre gordo y, sin mediar más palabra, le propinó
cia atrás, sorpre
illa y, sin mirarla directamente para no
enó, con la voz
Elvira, quien ahor
para acá. Y más les vale a todos ustedes rezar para que esta muchacha no sea q
a disipado, reemplazado por un miedo palpable. Marco podía ser
l caos. El terror y la humillación seguían ahí, pero por primera vez, una verdadera llama d