guntó nada, no escuchó a nadie. Sus ojos solo veían mi mano en el brazo de su hija. La
ción que por el dolor mismo, y solté a Isabella instintivamente. Me tambaleé hacia a
niéndose entre Isabella y yo, protegiéndola. Isabella cor
¡Dijo que le robé el v
usticia haciendo que mi voz temblara de rabi
ija, llenos de una preocupación y un cariño que nunca
Ya estoy aquí. Nadi
u rostro se transformó en un
ima tiene más talento y carisma que tú. No soportas que alguien má
fue como echar sal en la herida abierta. Un t
Y no te atrevas a defender a esta ladrona! ¡Eres ciego o simplemente no te importa la v
olo pareció e
e faltes el respeto a tu prima
uridad que habían acudido al oír
cancelado! ¡Que desmantelen el escenario y apaguen l
s bailarinas que habían trabajado durante meses. Era una demostración de su poder absoluto, un poder que usaba para proteger a su hija a costa de todos los
ó a mí, su presencia era
. No saldrás hasta que te disculpes de rodillas con Isabella por esta humillación
ra del camerino, lejos de la justicia que había estado tan cerca de alcanzar. Me sentí impoten