cabeza, el eco de mi fracaso era un zapateado interminable y cruel. Expulsada de la academia, despojada de mi beca, acusada de agresión por mi propia prima, Isabella. Todo
hundí en el suelo frío, el dolor en mi pecho era tan agudo que me costaba respirar, y el mundo a mi al
lo de luz
volvió una mirada de incredulidad. Llevaba puesto mi vestido de práctica, no la ropa con la que me habían echado. Mi corazón martilleaba contra mis costillas, un compás frenético y lleno de pánico. Saqué mi celular del bolsillo de mi mal
n los ojos de Marco, mi rival, al verme humillada. Y la carta de expulsión en mis manos, el papel se sentía como una sentencia de muerte. Recordé el único consuelo que encontré en esa oscuridad, el diario de mi abuela. En mi desesperación, lo había abierto y encontrado no solo técnicas
a sonrisa dulce y empalagosa que ahora me revolvía el es
ncuentro. Quería mostrarte
bía caído en su trampa. Le mostré mi diseño final
o le di la
ctamente a los ojos, sin una pizca de la cal
sa ver nada t
vaciló por
Sofía. Es important
n tirón. Ahí estaba, una copia casi exacta de mi diseño, el que solo existía en mis bocetos
esonando en el silencio tenso. "Mi
saqué de mi maleta mi cuaderno de bocetos y lo abrí
ha visto. Explícame, prima, ¿cómo es q
mplazaron su falsa dulzura. Estaba atrapada. Esta vez, la cazador