img El Retorno del Príncipe  /  Capítulo 1 | 18.18%
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Historia

Capítulo 1

Palabras:1237    |    Actualizado en: 07/07/2025

filtraba a través de mi ropa hecha jirones, un frío que ya no importaba. Mis ojos, apenas abiertos, se fijaron

mi imper

ros primeros días, lleno de sonrisas y promesas de amor, sino como la vi

e me daba lentamente hacía su efecto, paralizando mis mús

stró para entrar al palacio como eunuco y estar cerca de ella. Juntos, habí

stián. Su rostro ya no era el de un humilde erudito, sino

eó la palabra con veneno. "Isabella

cruel. Fue lo último que vi. Un d

tonc

s ojos

ie. Llevaba el pesado y ornamentado atuendo del Príncipe Heredero, el oro y las sedas pesaban s

s con sus mejores galas, me miraban con expectación. Frente a mí, sent

y llena de autoridad. "Ha llegado el día. Debes elegir a

día de la elección. El día en que, en mi vida pas

Duque Ricardo. Su belleza era deslumbrante, un faro en el salón. Su vestido de seda azul resaltaba el color de sus ojos, y una sonrisa confiada y ser

tonto y enamorado que creía haber encontrado a su alma gemela. No había visto la ambición

ear la amargura en mi lengua. Recordé su mano fría sobre la mía mientras me aseguraba que el "tónico" del médico me haría bien. Recordé las noches en que me retorcía de dolo

", preguntó mi padre, su voz sac

a, hinchó el pecho, seguro de la inminente victoria de su familia. Isabella

r, habría dicho su

abe

o era mi vi

llenar mis pulmones. Miré a Isabella directamente a los ojos, y po

"Las tradiciones antiguas son la base de nuestro imperio. A veces, la

ceño, confundido. "¿Qué

ré, mi voz resonando en el silencio del salón. "Dejaré que el

ción olvidada que no se había usado en siglos. Se utilizaba cuando un príncipe no qu

confianza a la incredulidad en un instante. El Duque R

el Duque. "La elección de la consorte es

da de su hija. "Y un asunto de estado no debe ser contaminado por

ción de acero en mis ojos. Asintió a los guard

. Dentro, en pequeños pergaminos, estaban los nombres de todas las candidatas eleg

ndo los pequeños rollos de papel bajo mis dedos. No me importa

se podía cortar. Desenrosqué el papel lentamente y leí el no

tl, de las Tribus

e una tribu lejana y "salvaje", conocida por su temperamento feroz y sus nulas c

aban una pregunta que no podía pronunciar: "¿Por qué?". No podía entenderlo. Ayer m

a una traición. En l

ró de mí. El fantasma de Isabella, el amor que me había envenenado y destruido, se desvane

mi imperio y mi trono. Y nunca, jamás, volvería a permiti

, Isa

ida, nu

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