con una extraña sensación de calma, era el dí
actuando como el prometido perfecto, ajeno al
pedestales, los amigos de Ricardo, sus cómplices, llegaron puntualmente, su
ijo Carlos, dándole un abra
e", añadió Miguel, admi
abstracta y atormentada que representaba todo su dolor, Ricardo insistió en que ella misma la m
o, su voz resonando en el talle
sta vez el temblor era real, caminó hacia el gran
or oscuro parecía la boca de una bestia, cna celda al cerrarse, se giró para mirar a Ricardo, él le sonrió
panel de control, respiró hondo
do siseante, y luego, una
cemento, lo último que vio antes de perder el conocimiento fue el fuego devorando su talle
pital, de nuevo, el olor a
ado como el de la cirugía, era un dolor sordo y generalizado, un ardor
era demasiado intensa, escuchó voces fuera de s
nos va de las manos", era la voz de Ca
Ricardo, "lo importante es que funcio
eguntó Miguel,
azos, y una conmoción cerebral", respondió Ricardo, su tono era frío, clínico,
no era matarla en la explosión, era herirla, mutilarla, destruir l
claridad brutal, la "caída", el "té relajante", ahora la e
para ella, quería una muerte lenta
ué?", pregu
a Ximena, "y luego, nos aseguraremos de que tenga un 'accidente' final, algo que parezca un suicidi
ofundo y aterrador, estaba en manos de su propio
tación minutos después, su rost
", exclamó, corriendo a su lado, "estaba t
cerrados, sin decir nada, el dolor de las q
cariciándole la frente con cuidado de no tocar los vendajes de su
giendo una debilidad que n
su voz era un hilo ronco,
mano no vendada,
n los brazos", dijo, su voz era tranquilizadora, pero ella sabí
ero lo minimizaba, controlan
yo cuidaré de ti, siempre, no
dado consuelo, ahora sonaba como
ada por el dolor físico y la certeza de la
speranza ni para el perdón,
lo pronto, antes de que Ricardo deci