unque el médico que la había visitado dijo que era solo un moretón. Recibía toda la atención de Isabe
y ensalada. Comió con la misma concentración y velocidad que el primer día. No era un acto de desafío, era u
de abundante. Luego un tercero. Comía de forma metódica, sin disfrutar, casi
a rodar por sus mejillas, silenciosas al principio, luego en sollozos ahogados. Cada bocado que Elena se llevaba a la boca era un re
...", susurró, tapándose
esprecio se resquebrajó. Vio a Elena no como una intrusa, sino como una ext
metálico resonó en el comedor silencioso. Se levantó br
e. Pero no sintió nada. La culpa de ellos era una carga que no le pertenecía. Termin
ijo al aire, y se levantó
ifícil de leer. En su mano, sostenía una tarjeta de crédito de platino y un fajo de billetes. Los dejó s
nca. "La tarjeta no tiene límite. El efect
tento de pagar una deuda que no se podía saldar
voz neutra. "Lo usar
si quisiera decir algo más, pero las palabras no salieron. Final
tarjeta de crédito sin límite, más efectivo del que había visto en toda su vida. Eran
da, brillante y llena de promesas. Conectó el cable de red que un t
ar con ella, con los ojos todavía hinchados
de iniciar una conversación emocional. "Con esto tengo todo lo que necesito. No tienen
ni su culpa. Eran proveedores, no una familia. Y ella era una estudiante, no una hija pródiga. Con sus nuevas he