amor, ¿qué
a, pero sus ojos eran fríos, calculadores. Se
broma de mal gusto", dijo Ricardo, mirando
us sonrisas burlona
Javier, acercándose a Sofía con una familiarida
y se apartó como si su toque quemara. El olor a alco
a Ricardo, buscando una pizca de remordimiento, de h
oz baja, su agarre en su brazo ahora más fu
princesita es un poco sensible. Quizás no
la forma en que él la miraba a ella, una mirada que nunca le había dedic
tirse en la esposa perfecta para él. Había soportado su indiferencia, excusado su frialdad, creyendo que con
que no sabía que poseía y salió corriendo del edificio. Corrió sin
directamente a su habitación. La habitación donde había ocurrido todo. La cama, las sábanas,
da como un detector de humo, había
ria y el dolor que sentía, la arrojó contra el techo. El plástico se hizo añicos, y la cámara
sucia, manchada, sin valor. La vida que había soñado se había evapo
a. Encontró a Sofía en el suelo, r
eguntó, su tono más molesto q
nchados. "¿Una broma, Ricardo? ¿Grabarme mi
n problema molesto. "No exageres, Sofía. Te lo dije, fue un malentendido. Estába
endo de su boca era el
cado desde esa noche, Ricardo. Ni un beso, ni una caricia. ¿Por
mó por sorpresa.
, mintió torpemente. "Además, mira, ¡lo logramos! Estás embaraz
milagro de la vida que crecía en ella a u
orado, sino a un monstruo. Un monstruo que la había engañado, utilizado