. Quince días. Solo habían pasado quince días desde su noche de bodas, y ya tenía
monio con Ricardo había sido un acuerdo entre familias, un negocio más que un romance. Él siempre había sido dist
una noche de intimidad salvaje que la dejó exhausta pero con el corazón lleno de esperanza. En ese momento, ella creyó que él finalmente la deseaba, que quería
a a darle a Ricardo no solo un heredero, sino dos. Esto lo cambiaría todo. Él
o que podía esperarlo. Sofía, demasiado emocionada para quedarse quieta, decidió darle la sorpresa. Caminó por el pasillo silencioso, sus tacones ape
s crueles
sa estúpida de Sofía s
de los "amigos"
e Ricardo no la tocaba ni con un palo en la noch
de Sofía. Se quedó paralizada, c
ga" de Ricardo, una mujer que siempre la había mirado con desdén. "Los drogó un poco a ustedes, los metió en
uevo, un sonido horrible
lo!", se burló otro de los hombres. "Y nosotros turnándonos. ¡
ies. Náuseas violentas subieron por su gargan
a voz de su esposo.
ue admitirlo, para ser tan modosita, no estuvo nada mal. Aunque tuve que
veces creía escuchar en sus sueños, ah
da. ¿Crees que ya se dio cuenta de que solo te casaste con ella por el
oy su príncipe azul. Mientras me sirva para los negocios, puede seguir jugando a
as, su amor, su dignidad. La noche de bodas no había sido un acto de pasión, sino una violac
a. Ella no era una esposa,
equeños latidos que crecían dentro de ella, fruto de esa noch
ionó. Ahogó un sollozo con la mano, pero
itación. Detrás de él, los rostros sonrientes de sus cinco "a
ible. Lo había escuchado todo. El aire en el
hocó contra la pared. Se sentía sucia, rota, como si su cuerpo y su alma hubieran sido profanados de la peo