el principio de una nueva pesadilla. Sofía se quedó paralizada, mirando la madera pulida que ahora la
ami
ba en el silencio
do el nudo de la corbata, como si acabara de terminar una reunión de n
, la voz rota. "¿Por qué le
, un sonido de
lástima, pero está claro que fue un error.
la que dejas cuidar de mi h
do la amabilidad de hacerse cargo de una situación... complicada" , resp
moria era un rompecabezas incompleto, pero sabía, en lo más profundo de su ser, que no había sido su cul
aunque sonaba débil inclu
rio, una ri
a víctima perpetua. La pobre inmigrante que
zo clic. La forma en que él la miraba, no con amor o decepción, sino con el cálculo frío de
on una certeza b
aciones de una familia poderosa que pudiera desafiarlo. Una inmigrante con un padre enfermo era la candidata perfecta. Ella le daba una imagen de hombre de familia gen
ijo Sofía, su voz extrañamente calmada.
idez. Dejó de ajustarse la corbata y la mi
as ridí
a fuerza, nacida de la más pura desesperación, recorrí
os. La expresión de Ricardo pasó de l
ción crees que estás para exigir algo?
volvió a entrar en la habitación
es todo lo que necesita" , dijo, dirigién
abía estado hirviendo a fuego lento en el interior de Sofía finalmente explotó. Antes de poder p
ruscamente y una marca roja comenzó a aparecer en su mejilla pálida
a loca!"
apartó bruscamente, empujándola contra la pared. Acunó el rostro
i amor?" , le su
ompecabezas. Eran amantes. Todo este tiempo, habían sido amantes. La
cia Sofía, con los o
a acercarte a mí, a Valentina o a mi hij
replicó Sofía, con la
dre incapacitada. Ningún juez te daría
ntina y la fría indiferencia de Ricardo, se cruzó con Doña Elena, la madr
, Sofía. Más gratitu
or, el origen de toda la frialdad y
uyendo a mi hija. Y
ó de hombros, un ges
ras una solución temporal a un problema. El problema es que
a salió de la mansión y el sol de la tarde le dio en la cara, pero no sintió su calor. P