de, con una ambición que ardía en sus ojos y un chip en el hombro del tamaño de México. Mientras los demás se divertían, él trabajaba en t
nero no compraba el afecto de mi madre, quien siempre tuvo ojos solo para Elena, la extrovertida, la popular, la que nació para ser el
onto, me convertí en su socia no oficial. Cuando se graduó y decidió empezar su propia empresa de marketing digital, yo fui quien
abandoné mis propios sueños de estudiar diseño en el ex
l había cometido. Estaba al borde de la quiebra y de la desesperación. Fuimos a reunirnos con el cliente, un hombre de negocios turb
rlo, me i
jido de mi propio hueso. La sangre empapó mi blusa. El hombre, asustado,
recordaría para siempre mi sacrificio. Él me cuidó durante mi recupn éxito rotundo y su nombre empezaba a sonar e
lla en el suelo. Estábamos en su oficin
Sería bueno para la imagen. Un hombre de familia, estable. A los inversionis
o hubo un anillo. Solo u
n el hombre exitoso que yo había ayudado a crear me daría un lugar en el mundo, me daría la validación que
crisis. Malas inversiones de mi madre casi los llevan a la bancarrota. Una
tamos un préstamo. Uno grande. Ricardo ahora es un homb
u deber, Sofía. Le debes esto a
ad, una carga. Y por primera vez, me defendí. Les dije
e aterradora. Su rostro se
! ¡Tu hermana, ella sí sabe cómo conseguir lo que qui
os. Mis padres, desesperados, cambiaron de táctica y co
el brazo, el mismo que me había roto. Me sacudió con fuerza
cucharas! ¡Es tu f
a última vez. Fue un acto deliberado de violencia, nacido de la frustración y el desprec
en el suelo. No había preocupación en sus ojos. Solo cálculo. En ese instante, entendí
fracturó. Murió. Y yo, tontamente,