la salida. Se cruzó de brazos, una postura que conocía
u voz con un tono de fastidio, como si
sin mirarlo, continuando
e un mal día, eso es todo. Descan
ndía ser tranquilizador pero que se sentía como una jaula.
eso. La apariencia
. Mi mano, que sostenía una pila de camisetas,
hecho. Algo que ni en mis sueños má
ano y le di
a habitación silencio
por un segundo, su rostro una máscara de incredulidad. Lentamente, se
míos, ya no eran indiferentes. Estaban
ento, su teléfon
n apartar la mirada
y asustada. "Ricardo, cariño... me siento muy mal. Cre
gida a mí se transformó en preocupación por ella. Era un e
un segundo, mi amor
"Mira lo que provocas. Tu herm
a. Era el hijo de Elena, mi sobrino de seis años, a quien yo habí
infantil. "Dice que eres mala. Que la quieres
us palabras me dolieron. Er
cuerdos me asaltó. Recordé los primeros años con Ricardo, cuando su ambición era lo único que tenía. Yo dejé m
as que yo presentaba las ideas como si fueran suyas para no herir
n viaje de "negocios" . Se las mostré, y él me convenció de que eran montajes, que su hermana estaba celos
jos se había caído
o. La arrastré hasta la puerta, pasando
hablar" , dijo, inten
ué hablar" , respondí.
amos casados. Y si te vas, te vas sin n
dinero. Quier
uramente Elena ya le había contado
llamó llorando! ¡La estás acosando! ¡Después de todo lo que hemos hecho por ti, no
ón de lo que ya sabía. Yo no era su hija. Era un pe
a de diseño en París porque la colegiatura de Elena era más importante? ¿O cuando me presionaste para que me comprometiera con Ricardo porque s
io al otro lad
soy tu madre" , dijo finalme
pía. "Tú dejaste de ser mi madre hace mucho tiempo. El día que de
bloqueé su número.
uieras. Pero no me busques. Porque si lo haces, te juro que la verdad, tod
escaleras y salí por la puerta principal, sin mirar atrás. El