el frío suelo de mármol del recibidor, con un dolor agudo que me partía el abdomen. Cada respir
erfectamente lustrados, se detuvieron a unos centímetros de mi cara. Luego
o Elena, su voz era un susurro meloso, cargado de
respondió Ricardo con una frialdad que helaba los huesos. Su v
plemente me miraron desde arriba, como si yo fu
un beso, un chasqui
agarrada por la cintura, sus cuerpos pegados, y su boca devoraba la de ella
lorido y sangrante fuera invisible. El dolor de la traición era mil veces pe
idad que me había negado a ver durante años. Todas las mentiras, las excusas, las sospechas que había barrido debajo de la alfombra, ahora salía
ño en el que había trabajado durante meses, la pieza central de mi nueva colección, un vestido que
bocetos. "Déjame guardarlos en la caja fuert
miento de su nueva línea de ropa para la cadena de tiendas de nuestra madre. La pieza estrella era mi vestido. Idént
olo un negocio. Elena tiene la plataforma, tú no. Nuestr
a defenderme, sino para protegerlos a ellos. Me acusó de ser una envidiosa, una fracasada que quería hundir a su hermana.
ia sangre, viendo cómo mi prometido y mi her
, me sacudió. Un gemido se escapó de mis lab
, que había caído cerca. Mis dedos temblorosos rozaron la tel
ovimiento. Se apartó de El
ntentas
y luego se agachó. No para ayudarme, sino para sac
nadie. No vas a ar
arrojó mi teléfono contra la p
n de acero. Ya no había nada que salvar. Ni mi relación,
e salir
que
, ignorándome de nuevo, yo reunía las pocas fuerzas que me quedaban. Me arrastraría si fuera necesa