n la Ciudad de México, mi cuerpo apenas sos
cardo, mi esposo, el magnate inmobiliario que ayudé a c
les que Ricardo me empujó: un documento para cederlo todo a
e, mi propio hijo, añadió: "Mamá, por favor, solo firma. Cami
gado, mi sueño, mi vida, para que ellos tuvie
reservada solo para los moribundos. "Nunca te amé, Elena. Mi matrimonio contigo fue un n
mano cayó inerte. Morí con el corazón destr
conocí el techo de mi antiguo apartamento de soltera. Mis man
a Ricardo, joven y radiante, con un ramo de mis flores favoritas.
me propuso matrimonio. El día en que Cam
ndose, con la voz llena de miel. "Cásate
d y dije que sí. Pero esta vez, una
y firme. "No me vo
arpadeó,
sta a considerar una sociedad de negocios. Con términos muy
és de la puerta. "Es sólo un capricho", dijo Camila. "Ella es s
vez, yo no sería el escal