img La monja y el inquisidor  /  Capítulo 5 Invierno en Escocia | 33.33%
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Historia

Capítulo 5 Invierno en Escocia

Palabras:1436    |    Actualizado en: 03/07/2025

Escocia con una furia que parec

a de Dunkeld, al norte del río Tay, res

igua catedral: La Catedral de Dunkeld. Sus piedras grises, carcomidas por el paso d

ianos, recorrido parroquias y santuarios en busca de un rastro, cualquier señal de algún niño enviado en secreto hacia Escocia en el año 1800.

su pecho se iba apagando lentamente

e había anotado meticulosamente cada pista des

ás sombrías: Herejes descubiertos, denunciados y eliminados sin un ápice de piedad, tal como su deb

rústicos donde viajeros y comerciantes se resguardaban del frío. El lugar, llamado The Thistle and Crown,

luminadas apenas por velas parpadeantes y p

la común, donde un par de hombres bebían en silencio. Fue allí, mientras repasaba sus notas bajo la

-dijo el hombre, sin

zó la vista

ba corres

o grueso y caro, sellado con un e

ja. Frunció el ceño. Aquello no era casualidad. Con mano firme, rompió el sello y desplegó la carta. La caligrafía era rápida, se

siva

estra que te enseñé bien, azote de Di

estro adorado pontífice te mantiene ocu

nde estás ahora, no hal

teros, te alejan de l

decírtelo

ón que nuestro pontífice, en su i

o el invierno agonic

iorato de St. Brynac

antigua, perdida en las brumas de Gale

ta el puerto de Cardigan, luego

señal: la cruz r

te es

un cordi

.

bozó una le

.

clave secreta que

e con que, en su entrenamiento, el carde

y discípulo. Guardó la carta en el interior de su capa

e reclinó en el catre frío, mientras

, una chispa de esperanza

Escocia aún r

travesía apenas

abía visto forzado a cabalgar largas jornadas a través de parajes hostiles,

ieve endurecida. Los árboles, desnudos y retorcidos, parecí

pudiera: en cuevas, bajo salientes de roca, o en cobertizos abandonados por los pastores. A veces, en la dis

o ni tierra

reforzada que había conseguido en un puesto d

anzaba con pasos pesados, resopla

arecían formar parte ya d

s eran la

ra diminuta para calentarse, Entienne rep

ota entre

r que las penuri

llegar al Priorato de St. Brynach antes d

tras combate contra la natu

iaje, cuando el calendario marcaba los ú

alzaba solitar

diagonal, estaba envuelta en zarzas espinosas qu

laba con fuerza, arrastrando consigo copos de nieve como si fueran diminutos cuchillos. Entienne desce

jían sobre el

emiderruido, parecía abandonado desde hacía siglos

cubrir cambiarían su misión para siempre. Apoyó su espalda contra una de las piedras del monumento, resguardándose un poco del viento, y entrecerró los ojos, escudriñando la bruma

os huesos. Entienne ajustó su capa con fuerza mientras vigilaba

iso, sintió el filo de

es que pongas atención a lo que te rodea -susurró una voz grav

penas movi

presa -contestó con tono seco, sarcástico, sin dejar

retiró co

aprendiz. Estoy aquí desde horas antes de que llegaras... y no t

ntre la niebla. Entienne respiró hondo y lo siguió, con el

oronado, Borgia retiró una gruesa piedra musgosa y reveló una entrada subterránea: un túnel de piedra antigua, hú

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