oro, cada día una tortura silenciosa si
tal atado al cuello de Miguel, mi hermano pequ
ndo me ordenaban, todo por Miguel, mi único ancla desde
lada, mientras la medalla de valor de mi padre, nuestro últim
rdo, me arrancaba la medalla y la rompía frente a mis
ma pizca de esperanza en su humanidad, me obligaron
nto de Miguel, sus palabras asquerosas y la
azos de la medalla de mi padre se clavaban en mi piel, prom
isa, era un águila a punto de volar, recolectando pruebas