mueca de ofensa. La sorpresa inici
buena esposa en el peor momento de nuestras vidas, y tú me tratas así. ¿Qué esperabas que hi
rdo fue como echar
a, sin alegría. "Nuestro hijo está muerto, Sofía. Muer
a defraudar a mi primo. Fue una oportunidad única
e la confrontación lo había abandonado, dejándolo vacío y agotado. "Es
edó sin palabras. Ya no había nada que pudiera decir o
o de rabia contenida. "Si eso es lo que qu
inero que Juanito había ganado como repartidor, y salió de
o de dolor, pero estaba limpio. Limpio de su perfume, de sus mentiras, de su presencia asfixiante. Se sentó de nuevo en la ca
uerta y el olor de su hijo lo golpeó. Olor a jabón barato, a sudor de adolescente, a sueño
al, los "Tiburones de la Costa". Tenía el número 10 en la espalda y el nombre "JUANITO" impreso
e el oro. La abrazó contra su pecho, inhalando el último rastro del olor de su h
ía había vuelto. Entró en la habitación sin mirar a Armando, buscando
a confusión. "¿No te dije que lo tiraras? Ocupa espacio. Con
no lo sabía. No tenía ni la más remota idea de lo que esa camiseta significaba. No recordaba
viejo. Para él, era todo lo
que nunca le había importado. Nunca había prestado atención. Mientras Armando y Juanito construían un mundo de peque
n sus ojos, Sofía, si se hubiera molestado en mirar de verdad, habría visto el final