de lluvia se sentía como un golpe. La imagen de Sofía riendo en la fiesta e
l teléfono volvió a sonar.
emociones, "necesitamos que venga a
as no tenían sentido, eran un idioma extr
rmando. "Hubo un error. Mi hijo
Su hijo no sobrevivió. Fal
hogado escapó de su garganta, un sonido animal, primario. Se dobló por la mitad, co
ero no lo sintió. Solo sentía un vacío inmenso, un agujero negro que devoraba todo dentro de él. Juanito. Su muchacho. Su campeón. El que tenía un
llo, por un tiempo que no
e y la luz del pasillo ilumi
or a perfume caro y a alcohol llenó la pequeña sala, un contraste naus
z teñida de irritación. "Parece que viste
ente. Sus ojos, rojos e hinchado
," susurró. "Jua
ó por un segundo, solo un segundo. Lu
carecía de la desesperación que Armando
o a ella, con su vestido lujoso, sus aretes brillantes, y pensó en la motocicleta destrozada, en
u escrutinio, se acerc
lo sient
ó de su contacto
el fondo de su alma rota, un torrente de dolor, de rabia, de impotencia. Se puso de pie, temblando de pies
, buscando un refugio que ya no existía. Se dejó caer en la
u teléfono y estaba hablando en susurros en la sala.
ella. "No, no te preocupes, la fies
una p
o son los dramáticos... Sí, lo de Juanito.
ón, el veneno de cada palabr
e Armando no ande de preguntón. Tú sabes que yo tengo lo mío guardado. Mientras tú siga
se mezcló con el ácido de la traición. No era solo negligencia. No era solo egoísmo. Era un engaño. Una farsa cruel y prolongada. Su pobreza,
lágrimas con el dorso de la mano y se quedó mirando la pared, viendo no la pintu