Leo, de seis años, me arrastraba hacia el foso de bolas. Con mi marido Máximo al teléfono, inmerso en sus "negoc
"¡Un asesinato! ¡Un niño... en el foso de bolas!" Mi corazón se detuvo al ver a
uien creía compartir mi vida, testificó en mi contra, afirmando que "yo no estaba bien". Mi historial de depresión posparto se usó para pintarme como un monstruo, y la psi
Leo, pudo traicionarme así? ¿Por qué nadie me creía? ¿Era la
a primordial me invadió, arrancándome de las manos de los policías, y grité una verdad que haría temblar los cimientos de sus mentiras: "¡Ella lo hizo!