el montón de cajas esparcidas. "¡Vas a abrir cada uno de
imando!" grité, tratando
aja, lo suficientemente cerca para que solo yo lo oyer
la espalda y el vientre. Las lágrimas que había estado
or, para," sollo
tro a centímetros del mío. Su obsesión era tota
al. Era como si mi dolor, mi humillación, mi embarazo, no
de esa lo
rada del Punto de Entre