olía a tierra y roble
la esperanza, se mezcló: el an
és del accidente donde perdí al primer bebé, ¡p
oticia a mi esposo, Máximo, el hombre p
on olor a otra ciudad,
en sus tarjetas, creyendo ingenuamente que él ya lo sabí
otra mujer. Se llama Sasha.
se hizo
gro que me aferraba a la vida, y él ni l
me detuvo con violencia, atrapándome en mi pr
s, solo para verlo con Sasha, su aman
ación, me enfrenté a ellos en
ordenó a sus guardaespaldas que me
nto, volví a
vientre, el milagro que me devolvía la fe, se desprendió d
decirle que habíamos perdido al bebé, su respuesta fue u
e esperanza en mi
pregunta: ¿qué se necesita para que un hombre tan
reparado una venganza q