o se aca
is supuestos amigos dejaron de contestar mis llamadas. De
ba, aparecían. Se reían de mi ropa gastada, del departamento miserable que había alquila
sabía hacer además de tocar
o de Cañuelas. Limpiaba establos, cepillaba crines y cargaba f
, la vi
ci
equipo de polo blanco. Se bajó del auto como si f
a mano. No dijo nada. Solo me miró de arriba abajo, con
se habían reído de mí en
quí! ¡El príncipe destron
ro, con sorna. "Vamos a organizar una carrera. Si ganas
Me sentí ard
allo", dije e
nces había permanecido
o, con una voz ex
negro que un asistente estaba preparando. Er
había ganado en la
palabra se me ata
surro seductor. "¿No quieres demostrarles a todos
ón más. Usar el premio de mi propia ruina
d de borrar esas sonrisas de sus c
", acepté.
una extensión de la riqueza y el poder que yo había perdido. Y en e