n matrimonio que se desmoronaba, cada mancha de tinta
amé, vivía obsesionado con Isabella
de sus fotos, en su desinterés por mí, y en el desplome de
iva llegó en un hospital
rdades devastadoras: estaba embarazada
l, pero había un problema: Mateo ya había ordenado que
Su cirugí
i hijo, condenó a nuestro peque
ntras la vida de nuestro no nato se esc
ma gota, el pun
ché por última vez mi cuaderno, c
rcio, enterrando mi amor
a forjar mi propio destino y renacer de las ceni