en el espejo. La mujer que me devolvía la mirada seguía siendo
collar en el espejo. Me miró de reojo,
o. Lástima que
í. Solo qu
scapar, pero la curiosidad, o quizás un eco de mi antiguo yo, me hizo quedarm
pareció más suelto. Antes de que pudiera ajustárselo, vi lo que había hecho. S
espejo. El pánico cruzó su rostro
siseó, su voz perdi
rta tu falso embarazo. No me impo
ó enfurecerla más que
abeando por él durante años! ¡Inte
. «Mañana por la mañana, me ha
a centímetros del mío. O
a arri
dí el equilibrio. Detrás de mí no había suelo, solo el primer escal
ces borrosas. Mi cabeza golpeó un escalón, luego otro. Sentí un do
sciente fue el sonido del
mpujado! ¡Quiere
do se vol
us rostros una mezcla de horror y curiosidad. Vi a Javier corriendo hacia nosotros. Sus ojos pasaron
acó! ¡Nuestro
ocupación, ni duda. Solo un odio puro y helado.
a», e
un zapato de vestir italiano de suela du
a
intenso que me
ve
labios. Sentí algo caliente y h
tenerlo, pero él la apartó. Antes de que pudiera pate
rostro, contorsionado por una rabia ciega, mientras s