n par de jerséis de lana y un libro de bolsillo. En una semana, tomaría un avión de vuelta a Andalucía, a casa. Mis padres
o sonó. Er
a casa para un matrimonio que ni siqu
un vestido de v
¿Quién e
do de la línea. Un silencio
das de nada? ¿Del acci
áquinas. Recordaba a mis padres llorando a mi lado. Pero no recorda
, Valentina. Solo qu
tu mesita de noche
to y de aspecto arrogante. Él nunca me devolvía la mirada. Sus ojos siempre estaban en otro lugar, o en su teléfono. En muchas fotos,
mbre, ¿verdad?», pregunté, mi voz plana. No s
sa es Isabella, su ex. O su
m y lo dejé c
orta. Quiero empezar d
lpe, estrellándose contra la pared. El hombre de las fotos, Ja
iendo?», gritó, su voz reso
teléfono, gritó mi nombre, p
saparecer así?», avanzó hacia mí,
r el altavoz. «Javier, déjala e
l teléfono. Su atenci
compromiso? ¿Un accidente de coche
, su sombra cubrié
ta noche tenemos una gala bené
voy a ir a ningún sitio
y cruel escapó
igual. Eres mi prometida, mi tapadera. Necesito que es
s?», repetí,
No quiero que la pren
s dedos clavándose en mi piel.
daño», susurré, i
s obedec
nueva figura. Era la mujer de las fotos, Isabella. Se apoyaba en el
me siento un
como si quemara y corrió al lado de Isabella, su rostro llen
», la rodeó con sus brazos, su vo
acia atrás, golpeándome la cadera contra la esquina de la cama. El dolor me rec
ritó desde el teléfono: «¡Javier, eres
teléfono, que había caído al suelo, y se lo arrebató a Valentina, que
iendo cizaña!», le
o se movió a una v
habitación, seco y brutal. La mejilla
í. «Te quiero en la gala a las ocho. Perfecta y sonriente. Si no apareces, me aseg
cintura y salió del apartamento, dejándonos a Valent