có su destino, y mi cuer
de Sofía, el hombre al que había
a llamada que no me
No juegues conmigo. O vienes a mi clínica ahora mismo, o
rostro, reviviendo el esc
ra no recordar la humillación
na frialdad profesional que escondía
culpada de una herida que él creía más
lló frente a Javier, revelando mi supuesta "obsesión"
edé h
o, una máscara de piedra, me hizo creer
en el exilio, creyendo que el hombre
rechazo" se había revelado; ahor