letes al caer atraj
ostró sorpresa, sino una fría diversión.
y caminando hacia mí con la elegancia de una depredadora. "¿Qué haces aquí
az de hablar. El dolor era
aterradora. Recogió uno de los fajos de
te a los ojos. "¿Cuántas uvas tuviste que recog
diendo mi espacio, un olor que nunca había a
losas y ásperas. "Recuerdo cuando eran suaves. Recu
n a brotar de mis ojo
ue lo único que
creíste que Mateo, un Solís, estaría con alguien como tú? Una huérfan
con asco. Se volvió h
. "Un millón de euros. Y asegúrate
a, quien ahora ocupaba s
ra hacer lo que sea necesario para que entiend
arriba abajo, sab
arrodilles y me supliques que te deje seguir trabajando aquí. Quizás si me
desvanecía. La humillació
ó. La Isabella que amaba a Mateo, la que
por mí. Por los cinco años perdidos. Por mi
miré. Ya no había lágrim
una voz que apenas
í corriendo de ese restaurante, dejando atrás el d