perforando mi carne, una sensación que nunca cre
uerza brutal, sus ojos, antes llenos de c
tido a vino y locura, "la matastei
or Isabela, la mujer que nos había dejado a merced de los sicarios, causando la muerte de
ta falsa de Isabela, sin importarle que su
dos y una verdad ignorada, mientras su última pa
nvolvió, un negro abismo
peradamente a la vida, abriendo mis ojos de golpe en
olo de mi asesinato, sino de la brutal tragedia familiar que p
dad de Alejandro, la locura de Javier y la indiferencia del mundo, ree