ente. Esa imagen de Victoria descalza, relajada, bebiendo en la penumbra de su oficina, contrastaba con la figura de p
estaba ella, huma
ulo hasta el piso 44, todo estaba diseñado para proyectar fuerza, estructura, perfección. Y Sofía, aún con la r
., Victoria D'
frente al escritorio de Sofía. Un silencio súbito se extendió por la ofici
vista y se enco
ijo Victori
oritario de la mujer a través del pasillo hasta una sala de juntas de vi
los brazos cruzados, los labios pintados de un to
stás preguntando
, sin atrever
stentes. Ni con ejecutivos, si s
pa
fue un
ra tan magnética como intimidante. Había algo en su presencia que descol
rosiguió Victoria-. Has cometido errores menores, sí, pero t
señora D
on suavidad, aunque s
ad, hizo que Sofía se tensara aún más. Había algo en esa
ente. Necesito a alguien en quien confiar para las operaciones internas más sensible
rpadeó,
Lo
ie
la sala y tomó una carpeta neg
esto con alguien, incluso con buena intención, perd
lo segundos. Al abrirla, encontró un proyecto titulado HÉLIX. Archivos cifrados, gráficas de control
s? -preguntó
. Una herramienta de contr
le acercó co
abes... es
a había algo más allá del control. Había un cansancio profundo, antiguo.
? -se atrevi
a sonri
alen... son los más peligrosos. Y
respondió
5:30 a.m., reunión privada en el piso 50. Te daré acceso complet
, en cambio, sintió las miradas de todos clavarse en su espalda mientras se sentaba de
ormales. Fingía trabajar en tareas comunes, pero su mente estaba atrapada entre aquellas
bió un correo sin rem
cuando deje
o el escalofrío ya se habí
eflejo en el pequeño espejo del baño. Ya no se reconocía del todo. En solo tres día
encierro. Alguien la había visto. Alguien había elegi
'Alessio se había abierto. Y ahora, nada la