rsonal de Alejandro León, y aunque llevaba semanas preparándose para ese momento, nada podía quitarle la sensación de estar al borde de un precipicio invisible. Sabía
el aroma que debía desprender. En el espejo, su reflejo parecía otra persona, alguien con un propósito claro y una fachada inquebrantable. Respiró
n una sonrisa amable; otros la observaron con el ceño fruncido, como cuestionando si realmente podía ocupar el
absoluta. Desde ese momento, ella se sumergió en una rutina intensa: revisar agendas, coordinar reuniones, responder llamadas y anticipa
currió el error que marcaría
rumbo de la empresa. Valeria, siguiendo la agenda que había estudiado cuidadosamente, debía ase
ón y envió un mensaje a Alejandro informándole que la cita era media hora más tarde de lo que realment
ente, mostró su descontento con una mirada fría y un tono cortante. Alejandro, visiblemente molesto
labra, pero su expresión lo dijo todo: decepción y frustración. Cua
rmitirme eso. No puedo permitir que alguien bajo mi mando cometa fallas as
r que fue un error involuntario, pero las palabras se atascaban en su garganta
ndió finalmente-. N
ó de la sala sin añadir nada más. Valeria quedó sola, sin
tando de calmar la tormenta interna. La presión, el miedo, la ansiedad se mezclaban en un cóctel in
eció silenciosamente en la pu
jo-. Lo importante es cómo te levanta
o la realidad seguía siendo dura. Tenía que a
alle, anticipó cada necesidad y se mantuvo alerta a cualquier señal. Se acercó a los em
ia de Alejandro no era solo un trabajo, sino una batalla constante. Ca
decidida. Sacó una libreta donde empezó a anotar cada error cometido y cómo podría evitarlo en el futuro. Sabía
da del día siguiente y, con una mezcla de ner
un mensaje de texto. Era de un número desconocido. Lo abr
aguas peligrosas. N
que no estaba sola en esa guerra, y que
pretó el teléfono contra su pecho y prome