, me temblaban las ro
sentada una chica. La miré de reojo. ¿Qu
estarán satisfechos - sonrió la recepcionista. - Me llamo Katia. También trabajo aquí,
o; apenas podía considerarse un bañador. También me
tina - se pres
es tu nombre re
al. Es mi nombre artístico - sonrió. -
un nombre así... ¿Quién soy yo aquí? ¿Ania? Suena poco profesional; seguro que tr
o, por el pasillo pasaban hombres envueltos solo en una toalla a la altura de la cintura, mirándonos con interés mientras nos desvestíamos. La mayoría de los clientes eran hombres de e
el suyo, de color rojo, mi
cosquilleo de nervios. Nos cubrimos con una toalla y, para ma
cidimos recorrer primero la seg
onrió Augustina. - ¿Ha
veces - dije
nado un montón de clientes y poder que m
- Son solo las siete de la tarde. Por la noc
cabinas individuales con luz tenue, donde uno puede aisla
! - exclamó
o preparado - admiré l
as salían gemidos y chasquidos. Vimos a varios hombres
os por esas? - p
asiado viejos, y sus huevos huelen a
len sus huevos? ¿Ya tie
í en internet... -
star eligiendo solo a los guapos, si no, te echan d
er día puedo darme un capric
itara a su cabina, pero tuvimos suerte: nadie lo intentó. Parecía que
de la simpática chica que repartía toallas, había un bar, una sala de descanso y una «sala oscura
ormes camas bajo doseles semitransparentes y u
amos? - sugir
aban la estancia, creando un misterioso penumbra donde aún se distinguían l
e mediana edad y a una de las trabaj
nte desnudo se masturbaba con
encanta - susurré. -
quedam
s cuando haya más ambiente. Aquí en p
, duchas y piscinas. Todo estaba cubierto por niebla iluminada con luces de colores. A un lado del pa
de vapor húmedo y otra finlandesa de
e entreveían en el jacuzzi. A veces alguna pareja montaba shows públicos al borde de la piscina: besos largos, o incluso una mamada improvisada. Varios h
- dije animada
¡Va
luego al jacuzzi o a la sauna;
ías la sal
s tiempo! - le