img La estudiante en la sauna masculina  /  Capítulo 4 El reino de los cuerpos desnudos y el vapor | 80.00%
Instalar App
Historia

Capítulo 4 El reino de los cuerpos desnudos y el vapor

Palabras:1268    |    Actualizado en: 13/06/2025

s que entraban y salían, aquel lugar tenía bastante popularidad. Por la puerta entrea

itantes, dejé mi toalla en una de las muchas perchas junto a la

al parecer, allí estaban los machos más poderosos, de los

una luz suave, apenas perceptible, y periódicamente se liberaban nubes de vapor caliente. Entonces la sauna quedaba co

aba, por un instante, y el

guantaré. Simplemente encontraré a alg

visitantes se sucedían sin parar, pero mis expectativas no se cumplieron y nadie hacía nada. Fu

de sexo, pero en realidad había chicas que, como yo, rondaban esperando clientes. No es que no hubiera hombres; los

o a mí y desaparecían en la oscuridad saturada de vapor.

Probablemente allí se llevaba a cabo el principal desenfreno. El calor s

r la compostura, vi a un joven y a una de nuestras trabajadoras. El chico estaba musculoso y era atractivo. Él estaba sentado al bo

ea cada vez más"- pensé

comprobar qué pasaba en la segunda sala, completamen

or caliente y los cuerpos desnudos. Tras acostumbrarme un poco a la o

car a nadie y continuar mi inmersión en la penumbra. Avanzando casi a tientas, notaba el roce d

algo en aquella oscuridad. Solo había un banco en

etas oscuras, pero nada más. Las trabajadoras

o. Una de esas "trabajadoras errantes" era Augustina. La reconocí por su peculiar olor a perfume,

me agarró con brusquedad entre la

regarlo con rudeza. Lo hacía con tanta fuerza que

mi rostro quedara a la altura de su entrepierna, y q

móviles. Luego, entre una expulsión y otra de vapor, él pareció advertir que junto a él había una chic

vo, pero para ayudarle a explora

mento en mi muslo y luego

- "Se interesan por mí. ¡

emecimiento de excitación me invadió. Mi bajo vientre se tensó y mi agujeri

, tocó mi clítoris. Mi clítoris vibró

uego, con movimientos seguros, tomó mi clítoris y lo acarició. Me resultó muy placentero,

cubrieron su glande y comencé a tocarlo. En segundos, tuve éxito: mi p

hondo varias veces y, decidida, me c

e ofreció total acceso. Arrodillada, apoyé los codos en sus muslos, m

io y lo deslicé hacia abajo. Su glande se e

í su forma perfecta. Su pene estaba limpio y sin olor alguno. Al pasar la

o. Ni hacía falta: los dos disfrutábamos

no podía evitarse; se aproximaba inexorablemente. Del conducto del glande brotaba abundantemente un semen de sabor ligeramente salado. Al mezclarse con mi sa

por un instante. Cuando mi boca volvió a deslizarse una vez más por el tronco hacia abajo, él se sacudió repentinamente y mi

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY