bunales. No me malinterpretes, también es por la seguridad de tu cliente, porque créeme, Lina, si lo
ave-. Hay reglas estrictas sobre es
o sospechará que tu cliente la esté acosando por poder. Sabía que Alex no po
uiere presentar una denuncia po
¿Por qué
, por supuesto. -Lina sonrió de oreja a oreja, y yo fruncí el ceño
tt asomó la cabeza. «Señor Jones», anunció en voz baja.
er
, la propia Mila solía morirse de ganas de contarle a los demás a qué se dedicaba. Salir con la columnista de chismes de la revist
é en breve-. La mirada que le di a Scarlett envió un me
a, levantando la única foto enmarc
a máquina de pinball Frankenstein; finalmente quedamos terceros en la clasificación de la puntuación más alta. En ella, mi b
ntía miserable a distancia, sintiéndome como la bomba potencial que podría arruinarl
ró la foto, pero supuse
ia de lo que acabas de suponer que era Cristina para ti. No tiene ning
me han contratado para hacer lo mismo con la Srta. Harrison-. Volvió a colocar la foto en mi escritor
Cristina. Alex estaba usando mi profesión en mi contra, intentando
resaltarla, pues su mano retrocedió de repente de su rodilla a su regazo. Por algo era la Serpien
de qué, e
ba y lo descu
e mi cliente-. Su réplica fue débil, casi risible,
que lo intentes. Porque créeme, Lina, con gusto te llevaré con él. La gen
ó su anterior confianza; estab
ltas la cabeza, cuando te des cuenta de lo poco
que haces
Amenázame otra vez y no tendrás nada... ni siquiera ese traje de ayer que lle
do pero doloroso ceño fruncido. Volvió a mirar mi escritorio y observó el folleto de Belmont
preguntó e
rándole que, si bien Belmont Hills y Natalie era
sin creerme, temiendo cualquier posible estrat
ndo hacía una promesa, no la rompía. Nos quedamos mirando un momento, sin saber qué decir a con
apareció en
ón de pánico y remordimiento-. Si me hubieran hecho esperar más, tu bebida se habría enfriado -dijo con una mueca, cruzando miradas con Lina antes de dejar el café-. Anoche fu
stenga de hablar. Ahora mismo -dije bruscamente, no por malicia,
s. Estoy segura de que sabe más de derecho que yo, pero no hace falta ser una estudiante de primer año de Yale para saber que romper
de Belmon
aron muerta en la ca
respetaba la voluntad del esposo de Natalie de guardar silencio durante la mediación. Sin embargo, mi paciencia se estaba agotando; no quería llegar a un acuerdo, sino llevar a Ale
No puede controlarlo todo... y cuanto an
mi aprobación silenciosa m