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apartamento. La sala estaba iluminada, lo que me molestó con el sol de la mañana mien
isa, haciendo una repetición que flexionó la dureza de su fuerte espalda. Me ignoró mientras la mús
on un golpe sordo. Si no estuviera tan molesto, probablemente estaría nervioso; su asombrosa altura ya intimidaba, pero ahora me p
uño con dureza, llenando la habitació
fuiste tú quien estuvo esperando toda la
tar la vista de él mientras cada gota de sudor le resbalaba por el cuerpo, filtrándose en la sudadera gris y
a Gabriel! ¿Te das cuenta de lo que me has hecho pasar? -Levanté las manos, sin poder asimila
e hables como a una niña pequeña. No soy tu puto padre, pero
y remolinos verdes. Me burlé, notando la increíble luz que se filtraba por la puerta abierta. Me
tras se secaba la cara sudorosa con una toalla, tirándola sobre la mesa-. Tú y Camilla estaban pasand
endios aquí? -Se retorció el cordón del pantalón, ajustándolo con fuerza-.
regunté, repentina
ma retardada. ¿Y por qué? -preguntó, ya enfadado por la respuesta, dejándome sin saber qué de
e defendí como si
Él frunci
¿Y por qué
todo el edificio, incluso en mí. Y, claro, él tuvo
s su
que hace tiene consecuencias para las que no
, igual que tú dices conocer a Camill
ignorar todos los expedientes que he leído sobre él, solo por
e la de abogado, el trabajo donde hombres trajeados y e
onces soy
te en mi habitación.
la cabeza con la mano. Me asustó, pero no tanto como su mirada incrédula, pu
lentendido que creas tener sobre lo que estoy dispuesto a hacer para mantenerte a salvo. Cristina, evacuaron el edificio, todos pensaron que había un incendio. Te grité. Golpeé tu puerta muchísimas veces; y cada segundo empeoraba, porque la idea de que algo -cualquier cosa- terrible pudiera pasarte me mata. Así que sí, derribé esa ma
o había sido, pero esto era diferente. Había miedo en su voz entrec
ve bien...