comprendes que el otro
de C
adora si podría ir a la mansión. Era ya algo tarde, cuando oyó el teléfono
ió en puntillas y viendo hacia todos lados. Bajó las e
dijo en
dijo la mujer al otr
conocer la vo
Me
número y a esta hora, pero es desde que hablé con usted hace
upes Meche,
no me dice
decirle la verdad. Yo tomé una decis
darla desde aquí, usted no está acostumbrad
orrer. Por favor Meche, no me l
uídese por favor. Y no dude e
, gracias por t
le dijo, era real. Ella siempre contó con su apoyo, desde muy pequeña. Se limpió los o
Ah
a?, soy yo– le
tus cuentos del anci
tas horas por ah
sed! Vine por
tom
a encender la luz pa
lgo de sed. Vamo
agua y regresó a su habitación. Seguía un ta
aía Isadora. Aunque fuese la que ella esperaba o no fuese, estaba decidida a present
idamente, arregló la cama, entró al baño para hacerse aseo personal. Luego se arregló la ropa y bajó hasta el restaurante. Escuchó el ru
Isadora! ¿C
uedó sorprendida al ver que su ropa l
!– dijo r
Me deja sorprendida ver cuan
a mujer muy hermo
cias por e
r que le había dicho el dueño de la mansión. Ansiosa no pudo conte
uardarropas, me lo medí y me quedó que ni manda
re eso. No me dijo que sí, pero... tampoco me dijo
sar ese vestido?– p
a mí. ¿Recuerdas la historia que te conté aye
ortante para ti! Si
tal vez tengas me
e importa?– pre
ongas! Será muy lind
a, mientras toma las manos
para ese encuentro. En el mismo guardarropas encontró una caja co
es en el internado aprovechaban que las monjas estaban durmiendo para practicar. Muchas veces debieron cumplir con las tareas diarias y las clases
. Salió del baño envuelta en la toalla, se secó el cuerpo y luego recogió su cabello con la misma toalla. Se sentó en la cama, comenzó a maquillarse, l
Tomó las llaves de su auto y salió. Al verla Hector no pudo evitar lanzarle
stán florecien
ular su sonrisa y
a aquel lugar en el que anhelaba estar. Diez minutos después, estaba frente
ello ondulado que rozaba sus trapecios, con una barba incipien
Periodista de la revista Artcon y me gustarí
a incontrolable que tenía de habla
ede pasar– dijo en tono amable con su voz gr
al sentir la tibieza de su mano, el dobl
omía perfecta de aquel hombre. Llevaba un jeans claro que se ajustaba a sus glúteos y muslos, u