rgencia donde se encontraba su abuela. Aunque había borrado las evidenc
más delgada bajo la tenue luz de la habitación. Uno de sus brazos colgaba sin fuerza al costado, mientras el otro reposaba sobre su abd
o parecían reconocer nada; pero cuando su nieta se acercó, parpadeó l
ín, sosteniendo con ternura la mano que
as podía moverse. El ACV había deja
a estar bi
a en la habitación interr
Debo colocarla el tratamient
o de llegar -
rdenes estrictas del
, ¿Dónde puedo ubicarlo? -pregunt
do consultas. -respondió la mujer- Mas, por
situación de mi abuela, necesito un justificativo para llevarlo
de la paciente, creo que tendrá que renunciar a s
go ansiosa y mal humorada. La manera tan sencilla como la enfermera parecía resolverle la
esa, aquello le rompió el alma. Había sido imprudente al contestar de forma impu
cinera en el restaurante de una pareja de emigrantes italianos. Esa semana fue la excepción, no había p
ré todo lo que sea necesario par
u nieta, así como ella confiaba en ella. Sólo se te
nía que cuidar de su abuela, tendría que detener sus estudios de psicología y buscar un empleo de medi
hombre con quien tropezó, mientras corría a ver a su abuela. Aunque sólo había sido un pequeño incide
ualidad que justo cuando ella estaba recordándolo aquel hombre aparecier
informarle a su jefe sobre la situación de su abuela y su dificultad para volver
á bastante delicada de salud, lo cual me impide regresar. Creo
n imaginar la pronta respue
ita resolver... mejor no, tómese el resto del
ara en el estómago. Aquel día parecía est
su trabajo, nunca durante todo ese año había faltado a su empleo, siempre puntual al llegar, siempre brindando tiemp
usto como tener que ver a su
cía debajo de sus pies y que caía –in
a punto de terminar mi carrera. -dijo con voz
l hospital, al lado de su abuela, Jazmín tuvo que regresar a la pensión donde vivían. Al llegar a aquel
ra o tendrán que irse. -advirtió el h
y mal en el hospital y mi jefe acaba de despedirme. P
trato. No puedo hacer nada. Tienes hasta mañana en la mañana para consegui
a del pequeño cuarto que arren
ible que debi
a con el resto de las cuentas: comida, servicios de luz, agua y el
a de noche ubicada entre ambas camas. Abrió la gaveta y halló e
efe de su abuela.- Sí, soy su nieta. Pero ella.
ante afectado por la situación de su abuela. Sin embargo, a diferen
l pago de los dos meses de salario que no había podido pagarle
ndo, finalmente u
abuela por el pago del alquiler, cuando en realidad ella sólo había estad
el deseo de ayudar siempre a los demás –tanto a ella como a
a y sin dudarlo pagó la deuda del alquiler pendientes. No podían que
abuela necesitaría: pañales para adultos y algunos jug
pital. Al llegar, entró al cafetín por un expresso. Llevaba gran parte del
guien jaló la puerta y sin poder evitarlo, ella apoyó sus manos sobre el pecho de aquel hombre derram
ó el hombre sacud
aba frente al mismo hombre de la mañana