el día anterior. Ese roce, esa mano sobre la suya... era más de lo que cualquier empleada debía aceptar. Se prometió no volver
era un hombre
mal: "El Sr. Arsenault desea que lo acompañes a la reunión en el hotel Fairmo
r con el aire acondicionado. ¿Por qué debía ir ella? ¿Desde cuá
válida. Solo le quedaba respirar hondo y arm
orados con lujo sutil. Gabriel ya la esperaba en el vestíbulo, de pie, revisando su reloj con impaciencia. Vestía un traje osc
la-. Ven, la reunión es en la sala
si los dos supieran lo que estaba en juego. Cuando las puertas se cerraron, Gab
hermo
er con frialdad, p
rró finalmente
evemente la parte baja de su espalda mientras la guiaba hacia afuera. Ese gesto simpl
mó notas y se mantuvo al margen. Gabriel no dejó de comportarse como el líder impecable que todos conocían. Frío,
manos. Gabriel la condujo hasta el bar del hot
n distracciones -dijo él,
lo miró,
a apropiado, se
n suavidad-. Llámame por
tó cuando el camarero dej
ella, tomándose el vino con cal
rgo rato ante
fesional. Pero tú... -hizo una pausa-. Tú entraste a mi vida como una grie
ragó s
rmeza, aunque sus dedos te
ha detenido
un si
inó un poco sobre la mesa, aco
er una cosa. ¿Tú t
a levantarse, alejarse. Pero sus ojos se en
aja-. Pero eso no sig
levantó d
ñame un
unció e
dó
a te
omenzó a caminar, y ella, c
e la ciudad se desvaneció, reemplazado por una brisa suave y el sonido lejan
pero sin agresividad. Sus dedos se deslizaron por la tela de su blusa, apena
-murmuró él contra su oído
, sintiendo su alie
ró, pero su voz car
la con el dorso de los dedos, bajando luego por su
-. Si me pides que
nía el poder de cortar todo con u
ron, su respiración se volvió irregular..
lla, pero no la besó. Se detuvo justo ahí, sus n
una sonrisa apenas perceptible-. Porque s
ntino. Isabela quedó sola en la terraza, temblando, sabiendo que