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Historia

Capítulo 3 Su cara buena

Palabras:1640    |    Actualizado en: 29/04/2025

e duró casi una semana, él

te pasaba por allí y pensó en mí. "Te gustan con canela, ¿verdad?", lo dijo tan suavemen

yo miraba sus dedos pensando: ¿de verdad está pasando es

del miedo. Sentía que si cerraba los ojos, alguien vendría a l

. Él s

de lloriquear. Ve a hacer tus deberes". Y si sacaba malas notas, simplemen

ra el Vlad que hiere. Era un niño. Pequeño. Con lo

odo se derrumbaba otra vez - pero en otra dirección. Sentía culpa.

de pequeña, de pie en la cocina, descalza, su

comer ese chocolate? ¡No

e nuevo que solo actuaba así con sus hermanas y con la abuela. Conmigo era distinto... ¿Fingía? Aun

A Kolya le compraban chocolates, caramelos, helados. Todo se le permitía. A mí.

no se levantaba de la cama por días. Vomitaba bilis negra. Mi vecina decía que era porque él era pura maldad, p

nco o diez chocolates en una hora, s

si fuera una ofrenda a un ídolo? Había muchos parientes - y todos creían qu

ordinaria. En ese "ordinaria" me ahogaba como en un charco sucio: invisible, insignificante, sobrante. Kolya, a veces, me daba un caramelo mord

a era el boleto al mundo de lo dulce. Si no tienes diagnóstico - cállate. Solía brom

odos los niños. Me invitaba a tomar té, me traía bocadillos, me defendía del desprecio. Luego vinieron los talleres: danza, bordado, coro. Clases donde los adu

condición. Yo no entendía por qué. No era agradecida. Huía, hacía escándalos,

a otro hijo. Y entendí: su amor no era verdadero. Apareció alguien "mejor" - y yo fui descartada. Por eso, cuando la abuela volvía a gritar

ncieron de que sobraba. Y

a. Yo temblaba, escondía las manos. El labio palpitaba de dolor. Migas y gota

Lento. Con deleite. Como si midiera cuánto aguantaría. No gritaba. No po

la naturaleza. Nu

harse, cerrando con llave, esperando a que la abuela saliera. Cómo me acechaba.

o comiendo algo prohibido. El tío golpeando e

familia. Fuera de ella parec

mano sobre la m

da, con esa alma de porcelana. Te aferras a la bondad porque te faltó. ¿Quién, sino yo, podría entender eso? Fui tu salvación. Sin mí... t

adecía a todos los dioses cuando al tío le iba mal, cuando lo tumbaba la enfermedad y no podía alzar el brazo. Cuando no temblaba en el s

ba mentalmente que el tío desapareciera, él de pronto se enfermaba. Se retorcía. Lo hospi

olate. ¡Era imposible comer tanto

dieta, igual caía. Y yo lo sabía - era por mí. No podía explica

, golpeaba las paredes, decía que yo era bruja. ¿Y la abuela? Solo decía: "Está enfermo. No le hagas caso." Pero yo sabía. No er

mí, como si volviera a ser niña. Sentía que con él todo estaría bien. Que su dureza era fuerza. Su frialdad, protección. Su cont

sus gritos, humillaciones, golpes. Porque ahora solo sostenía mi mano. Y si cer

.. La radio se encendió sola. Decía: "No tienes

ompían el hechizo. Pero lo que más me impactó no fue la frase - fue cómo apareció. Como si alguien la hubiera

omo si el mundo me hablara. Tal vez ya lo había vivido. ¿Déjà vu? Sabía que esas palabras son

entró - y ap

? Tonterías. Te hace da

e acuerdo. Es mentira". Y la niña en mí lloraba. Y por primera vez - no de miedo, sino de reconocimiento. Del dolo

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