era algo que yo no sabía. Alice m
blancas que cubrían la cama eran diferentes a las de la cama doble y e
ionado. - ¿No eres demasiado mayor para tener todavía una niñera, querida? Geraldo se aclaró la garganta y Alice se encogió de hombros. - Papá lo prefere así, le gusta protegerme. Tragué fuerte. Teníamos pensamie
í misma. Sería bueno que supiera manejarse en algunas situaciones. ¿Pe
, observando nuestra interacción. La niña me mostró la sala de juegos, una zona de ocio que nadie parecía utilizar a menudo, con una piscina y un parque privado solo para Alice. Me mostró las habitaciones de ser
de todo sin quejarse. Hasta ahora todo esta
s desde la hermosa sorpresa que Alicia llamó a mi puerta
oder hacerle frente. Muchas veces realmente no lo hice. El resentimiento se convirtió en indiferencia con e
só y yo no sabía nada de ella, ni si lo que escribió en la carta, que tanto sonaba a amor, era realmente lo
s. Pero desde que murió mi padre, el dueño de nuestra empresa, me convertí en el director ejecutivo. Nunca pensé que ser dueño de la empresa me obligaría a renunciar a mi vida, mi libertad y mi libre albedrío.
o. Aún así, cuando pensé en lo mucho que extrañaba a mi padre, deseé no repetir ese ejemplo. Pero ¿cómo cambiar este ciclo? Llegué a casa tarde en la noche. Una vez más, no pude hablar con la nueva niñera, lo que para mi sorpresa había durad
esa me necesitaba, pero mi hija no paraba de crecer mientras yo me de
con su estúpido padrino burlándose y haciendo una barbacoa que sólo él sabía hacer. Saqué el móvil del bolsillo
brillaba afuera y sonó un go
ité al escuchar la puerta golpear la pared mientras mi niña entraba fur
pecito sobre el colchón y le hice cosquillas. Alice se rió incontrolablemente, una risa contagiosa. Ella
os. Fui un poco duro con ella, pero le encantaban los juegos de ogros y no
Desde entonces, utilizó la palabra para liberarse de mis garras. La
compensaré mi ausencia... ¿Qué quieres de regalo? La sonrisa de Alic
te las de niñas de casi siete años. Como no tenía otras referencias siempre tuve esta duda. - Realmente desearía no volver a ir a trabajar
levantó de la cama. Estaba molesta y me sentía fatal por no poder darle
na. Era un hombre sencillo. Lo conocí en la universidad y tuvo muchas
hacer todo lo necesario para su comodidad. Y no había mejor persona para nombrarle padrino. Elegí m
no sería Tadeu si no se burlara de
ocos que iban al centro comercial siendo homosexuales. Pero terminé uniéndome a la diversión. Ahora, cad
Tadeu chocó su puño contra el mío,
ielo! Fruncí el ceño. Ni siqu