DE A
TIMA ENTRE AN
a, Amarü le temía a muy pocas cosas en la vida, el sacrificio y la lucha no formaban parte de esa lista, pero, ella de una mujer consiente de su posición,y cuando diera el
por el aliciente de salir victoriosos de una imparable contienda, ni el reino de Anskar ni el reino de Aritz querían semejante unión, ellos, los príncipes involucrados, m
que ha avanzado siglos y no da augurios de querer terminar, para Aritz los del trono de mármol no son más que escoria, para Anskar los del trono de oro no son más que bárbaros, una e
tenía el recuerdo, su padre, uno de los hombres más fuertes que ha conocido llorando y gritando de dolor, su madre a su lado, prestando
se han llamado por más apelativos hi
n entrar a otros fue como abrirles las puertas del infierno y dejar entrar al mismísimo diablo, Amarü no se engaña, ha conocido personas maravillosas en
ino, sin embargo el rey de Anskar fue preciso, «Solo la hija menor, para unirse en matrimonio con su hijo mayor», Amarü al saberlo lloró por días, sí que lo hizo, sin embargo,
n barco, sus ojos café oscuro relucían, sutil maquillaje que solo resaltaba su belleza, el cabello negro, largo y rizado recogido en un gran moñ
cubría toda la cintura incrustados en la blanca tela, así como se acercaban al embarque y las aguas se movían, así lo hacían las telas de sus prendas. Ent
s de la corte, cada paso sentía que moría, tenía miedo, estaba temblando, ganas no le faltaban para dar media vuelta y salir de ahí sin mirar atrás, sin embargo no lo haría, esas lágrimas y huidas so
ese que marcaría u
ia abajo antes de sonreír con total hipocresía, a ella le habían enseñado que cuando una visita llegaba al reino debía ser recibida por alguien de la realeza, no un enviado en su nombre, y el hecho de que nadie de la monarquía de Anskar asistiera a su
recibimiento?-preguntó a lo que Ezra mi
eza, tenían asuntos importantes que at
no lo soy?-el hombre negó rápidamente, las damas y guardi
a el carruaje por las adoquinadas calles de la capital de Anskar, había algunas habladurías alrededor, mujeres y hombres, muchos sorprendidos, algunos intrigados y otros horrorizados y n
estructura, sus ojos solo captaron una enormes y blancas paredes
la vista de los monarcas a la joven morena, quien dio un par de pasos acerc
me presento ante ustedes con la mejores intenciones-se presen
ino de Anskar-respondió Bastian Zlata,
ue pudiera parecer desinteresada, creía que había más para contar, conocía esa mirada, «No habla porque no puede más, que por no querer», la reina es una muje
, con los ojos de su madre y unas hermosas finas facciones, y el otro con expresión sería, mirándola con
aún así espero que al menos su estadía en Ansk
ndo de su mente, sintiendo sus manos picar y una in
ma del hombro de Bastian a todos
abía, había entrado a un campo de batalla del q