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a completo mutismo, la servidumbre parecía incluso aguantar la respiración, Amarü por un segundo deseó estar en cualquier otro lugar que no fuera ese, nunca había querido escapar con tanta desespera
última tonada de informe, Amarü por un segundo pensó captar el lamento del mismo, lento y poco agradable a los tímpanos, pero tan melancólico que puede tornarse un hermoso llamado a
s ligeramente con una servilleta, dejando ambos cod
pensa que recibió a lo largo de los años y que le mantuvo dispuesto a siempre darlo todo, fue: «su esposa, Sade, su hermosa morena
erla de la mano y meterla en una pequeña caja de cristal, lo haría sin dudar, los ojos grises opacos, casi negros por las propias emociones del hombre le hicieron baj
hombre, era orgullo, era la misma mirada que le regalaba a su madre cada vez que debía partir a batal
ue algún día serán esos pilares, si la reina cae, el reino se irá con ella, un rey no es nada sin una verdadera reina a su lado, esa que no teme qui
o esta vez en su dire
eblo estaba en juego le había hecho, aún con dudas, dar su brazo a torcer. Amarü asintió a las palabras de su padre y sin emitir palabra alg
este matrimonio, esta era sol
uerza marcada en sus rígidos movimientos-Sé que no quieres esto, y no sabes lo orgulloso que estoy de que pongas a nuestro pueblo por encima de ello, eres una heredera digna-Amarü no respondió, masticó la comida casi atragantán
costado de la silla, dejándole un beso en el cabello, Amarü miró a un lado encontrando los cris
a quien intente hacerte daño, tu padre lamenta hac
de todo esto, el llanto brotó de su pecho y emitió sonido desde su garganta, su padre solo la abrazó y dejó que se desahogara, mientras su madre, la r
sobre esta, solo el pueblo». E
on esos brillantes ojos verdes de ella y besó la frente antes de abrazarla y darle su bendición, después su hermana hizo lo mismo y se lamentó por enésima vez, al no poder ocupar su lugar, tanto como le estaba
ió a repetirle lo orgulloso que estaba de la gran mujer en que se había converti
empo de ir a verla partir, ahí estaba su gente, mujeres que habían sido como segundas madres, hombres
u frente descansar en esta para después dejar un beso y levantarse, sin miramientos dio media vuelta subiendo al barco quedando de esp
nos hechas un puño admirando el mar, mientras subían todo lo necesario para el viaje, Amarü volteó a
ienza el camino a contraer nupcias con el enemigo, calma es lo último que puedes pedirme, q
cesa-ella sonríe ante sus palabras, «el siempre buen
el reino de Farid, y Anskar perecerán sin nuestra ayuda, siendo la negativa a ir en nuest
iel oscura; alzó la mano dejándola estar en la masculina mejilla con una sutil caricia que hizo a Hoccar cerrar los ojos y sentir, sonrió, i
igual que su postura, pero con un corazón retumbante e inseguro-Años de malas intenciones no se olvidan cariño, pero e
tímida risa, respiró hondo y miró al mar cerrando los ojos, empapándose con el viento que sop
muchas veces, mis dioses están conscientes de ello, rezé por libertad, pero no puedo-suspiró-Llevo la corona de una nación, un pueblo s
s mis
un suspiro que le dio el
ino de Aritz, de los labios de una de sus herederas