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Isabelle korest siempre ha sido una chica muy reservada, con una herida profunda, marcada por el dolor, su corazón está lleno de amor y bondad como su madre, su vida miserable cerca de su padre el temible duque de korest la llevó a las puertas del infierno, donde conoció el peligro, la desdicha y por poco la muerte. La llegada de un sanguinario príncipe lo cambiara todo, por primera vez Isabelle se sentirá protegida, amada, viva, apasionada. Sus miedos y rencores le pondrán muchos obstáculos, ser hija de un despiadado duque no le será de ayuda, el peligro está por doquier, su amor por Alexander la llevará a tomar decisiones impensables. Descubrirá secretos, traiciones del pasado, misterios, demonios. Estar separada de su madre y hermanos realmente le está costando pero ella, no se dará por vencida y luchara por ser fuerte. un doloroso accidente la pone a prueba, deberá decidir entre perdonar y salvar a su padre o dejarlo en las puertas del abismo, la familia de Isabelle esconde un temible secreto, Isabelle debe luchar contra la fuerza del mal y la oscuridad. Nota: El libro no está completo, yo subiría la segunda parte en otro libro sin embargo dado que no me ha generado las ganancias esperadas decidí no publicar el libro por aquí, estoy tratando se resolver eso para que mi novela sea bajada de esta plataforma, gracias a todos los que les ha gustado mi libro y mis más sinceras disculpas a los que se han topado con los inconvenientes, es que de verdad se me sale de las manos.
Era una mañana fría, el sol apenas se podía ver el cielo anunciaba una posible lluvia, había un silencio incómodo en toda la casa, el ambiente se sentía triste, estábamos pasando por tiempos difíciles, eran tiempos de guerra y la relación de mi madre con mi padre tendía de un hilo, había perdido la cuenta de cuantas veces mi padre había lastimado a mi madre, él era una bestia cuando se lo proponía, cuando se molestaba destruía todo a su pasó, no le importaba nada, mi madre descubrió que él tenía un romance esa sin duda fue la gota que derramó el vaso ella estaba devastada porque no era la prim
era vez que esto ocurría, ella siempre lo perdonaba con la ilusión de que las cosas cambiaran, hasta este punto no sabía por cuánto tiempo más mi madre podría soportar esto.
Me dirigí a la habitación de mi madre y allí la encontré llorando, ella estaba sentada en su cama, tenía un retrato de mi abuela en sus manos, estoy segura que en esos momentos ella estaba añorando un abrazo y concejos de su madre, en silencio la observe por un tiempo, me destruyó el corazón verla así, yo no podía entender como una persona tan bella y bondadosa como mi madre podía estar sufriendo por culpa de la bestia, así decidí llamar a mi padre un hombre que a veces parecía no tener corazón.
Corrí a mi habitación después de ver a mi madre llorar no me pude acercar a ella ¿que se supone que le diría?
Sentada en mi escritorio me cuestione, porque la actitud de mi padre, porque mi madre seguía con él, porque lo perdonaba una y otra vez, ya no quería pensar más en eso así que pensé que podría leer un rato en el jardín, mire al cielo y había muchas nubes de lluvia, no era buena idea salir en ese momento, decidí quedarme a leer en mi habitación.
No se por cuanto tiempo estuve leyendo pero alguien tocó a mi puerta.
- Señorita Isabelle, baje al comedor la cena esta lista, no querrá que se enfríe.
- Sí, Frédéric enseguida voy muchas gracias.
Al pasar al comedor, Frédéric me saludo y me dijo lo que habían preparado para la cena de hoy, orgulloso me dijo que lo hizo con sus propias manos.
Frédéric es el mayordomo y gran amigo de la casa, es un señor amable, de mirada tierna, cabello castaño un poco canoso, ojos verdes, una persona muy cálida.
Seguramente en su juventud fue un joven muy apuesto pensé, mientras tomaba asiento.
Me dispuse a cenar en completo silencio, ya era una costumbre ¿quién se atrevería a hablar estando mi padre entre nosotros?
Al terminar mi cena, me disculpe para retirarme de la mesa, quería reposar para darme una ducha con espuma y pétalos de rosas, mi piel quedaba suave con una deliciosa fragancia.
Agradecí a Frédéric y los demás por la exquisita cena y me dirigí a mi habitación, me senté en una de las sillas de mi balcón, observando la noche y disfrutando de la brisa.
Rato después tocaron a mi puerta y entró la servidumbre para preparar mi cuarto de baño, con espuma y pétalos de rosas justo como lo quería.
Agradecí maravillada a la servidumbre y entre en la tina, no puedo descubrir la sensación que sentía con mi cuerpo sumergido, se sentía tan relajante, empecé a divagar en mis pensamientos, mi cuerpo estaba allí pero mi mente se encontraba pensando en mi padre y el motivo por el cual él tenía esa actitud.
Quizás fue la forma en la que fue criado, el entorno en el cual creció. Pensé
No tengo muchos buenos recuerdos con mi padre.
El Duque Enrique segundo es mano derecha del Rey Carlos, Rey del reino de Kotska, mi padre es alto, piel trigueña, el color de sus ojos es muy particular es una combinación entre café y rojo que cuando se enoja muestran la puerta al inframundo, tiene cabello castaño rizado, su tono de voz es fuerte, se caracteriza por ser un hombre muy temido y despiadado.
Él es quien tanto daño le ha causado a mi madre, mi madre es la Duquesa Irenne del reino de Kotska y princesa del reino Arsenas, ella es todo lo contrario a mi padre, una mujer muy bondadosa, dulce, llena de mucho amor y con esa calidez al hablar que la caracteriza, ha pasado por muchas injusticias, ella renuncio a su hogar en el reino de Arsenas para estar con mi padre, ella es una mujer muy hermosa, de estatura media, piel blanca, sus ojos color avellana, su cabello castaño rizado toda una dama, ella es una verdadera obra de arte.
Todavía no entiendo como mi madre pudo caer en manos de la bestia.
Después de salir del cuarto de baño pude notar que mis dedos estaban un poco arrugados, estuve mucho tiempo sumergida en la tina y en mis pensamientos, la tranquilidad que eso me hace sentir no la cambio por nada.
Busco entre mis ropas algo cómodo y abrigado a la vez, porque será una noche muy fría, llovía a cántaros.
Después de estar buscando algo por un buen rato elijo una linda pijama de algodón color azul celeste, justo lo que necesito para dormir, suave y cálido.
Me acosté en mi cama, no paso mucho tiempo cuando ya estaba dando vueltas, no podía dormir, no tenía sueño, no se si era el frío o todos esos pensamientos y sentimientos lo que no me dejaba dormir.
No se por cuanto tiempo estuve así, no recuerdo en qué momento me quedé dormida.
Mientras dormía no se como pero podía sentir una calidez en mi cuerpo, últimamente soñaba con una luz que brillaba en la oscuridad, algunas veces el miedo me invadía no entendía la razón de esos sueños, luchaba por despertar pero mis intentos eran inútiles, en el sueño podía ver que energía brotaba de mi cuerpo, quería ir a la luz que veía a lo lejos en la oscuridad, pero la oscuridad me reclamaba como suya, era una sensación extraña, pero tampoco quería hablar de ello con mi familia, siempre pensé que era solo un mal sueño o quizás una pesadilla.
Sentía desespero por despertar de ese sueño, el miedo a veces me invadía sentia que me quedaría atrapada.
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