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Quien crea que su vida es perfecta, no vive en la realidad... Esa era Beatriz, tan tonta e ilusa, pero dicen que no todo dura para siempre. El se encargó de despertarla de ese sueño, volviendo su vida un infierno... No todo lo que brilla es oro, no todos las mentiras duran y no todos los secretos se guardan por siempre...
Beatriz
Día de la boda:
Hermosos lirios blancos adornaban el jardín de la hacienda en donde me iba a casar, hoy cinco semanas después de que pidieran mi mano, aunque fuera descabellado, me iba a casar. Amaba a mi novio y el a mí «Sí hubiese dependido de él nos abríamos casado el mismo día en que pidió mi mano» mi vida era perfecta, tan perfecta como un cuento de hadas.
Suspiré al escuchar la hermosa melodía nupcial que sonaba por todos los rincones de la hacienda. Mi vestido era estilo princesa, decorado con hermosa pedrería alrededor del escote, el velo no era tan largo, pero a un a si me gustaba y allí estaba yo parada justo en la entrada ceremonial, tomada de la mano de mi padre, todo era perfecto tal y como alguna vez lo había soñado.
Los invitados sonreían con verdadero fervor, mis mejores amigos estaban cerca al arco ceremonial, vi que los amigos de mi novio también lo estaban, pude divisar a Axel entre ellos y mi nana estaba tomada de la mano de mi hermanito.
Caminamos lentamente a la par de la melodía, estaba muy nerviosa, pero todo eso se esfumó al verlo. Mi más grande amor estaba allí al final del camino, esperándome, Caleb se veía súper bien y su sonrisa deslumbrante, solo hacía que me enamorara más de él.
-Eres hermosa-Cuando esas palabras salieron de su boca.
¡Dios!
Sentí las mariposas de mi estómago, saltando de alegría.
Sonreí, sabía que estaba nervioso, lo conocía mejor que nadie, aunque aparentaba ante el resto yo era su novia, yo lo conocía a la perfección.
-Espero que la hagas muy feliz Caleb-mi padre me miró, en busca de alguna pizca de arrepentimiento.
«No la encontró»
Ni la encontraría nunca, sabía que él no estaba del todo feliz con mi boda, pero a pesar de todo el siempre buscaría mi felicidad y respetaría mi decisión y casarme con Caleb era la mejor.
-Esté tranquilo señor, la voy a proteger con mi vida-Caleb me tomó de la mano y juntos nos volteamos para estar frente al sacerdote.
-Nunca me cansaré de decirte lo bella que eres amor-susurró cerca de mi oído.
-Lo mismo digo mi amor-susurré guiñándole un ojo.
El padre comenzó con su típico discursito de matrimonio, no preste la más mínima atención, sólo estaba mirando bobamente a Caleb, hasta que llegó la hora de decir los votos matrimoniales.
-Así pues ya qué queréis contraer santo matrimonio unan vuestras manos y confesad vuestro consentimiento ante Dios todo poderoso.
Me giré para poder estar frente a frente del amor de mi vida, nos tomamos de las manos para poder iniciar con nuestros votos.
-Yo Caleb Zobrist, me entrego a ti Beatriz Thomson y te acepto como mi esposa, para amarte y respetarte, serte fiel, en la prosperidad y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi existencia.
Caleb sonrió mientras tomaba mi mano izquierda, colocando lentamente le anillo en el dedo anular, haciendo que la mayoría de mujeres suspiraran con adoración.
Sin duda me llevaba al mejor de los hombres como esposo.
-Yo Beatriz Thomson me entrego a ti Caleb Zobrist y te acepto como mi esposo, para amarte y respetarte, serte fiel, en la prosperidad y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi existencia-Tomé su mano izquierda intentando colocar el anillo, pero al parecer mi nerviosismo arruinó el momento.
El anillo cayó de mis manos, los invitados se carcajearon, pero antes de que pudiera levantar la argolla, unos autos negros aparecieron llamando la atención de todos. Unos hombres con pasamontañas y armas bajaron de los autos haciendo que Caleb me abrace instintivamente, tratando de protegerme, pero uno llamo mi atención, tenía un extraño tatuaje de calavera en el brazo.
Cinco semanas antes:
Me mire al espejo corroborando que todo fuera perfecto, sonreí inconscientemente al verme y sin llegar a ser vanidosa me veía hermosa, llevaba un vestido de seda de color morado «mi favorito» se ajustada a la perfección a mi cuerpo, mientras que mi cabello caía en hondas, me gustaba lo que veía en el espejo y lo más importante la máscara.
-Mi niña estás preciosa-dijo mi nana sonriendo.
-¿Estas segura de no ir? Me aria muy feliz que fueras.
-Mi niña hermosa yo te adora, pero mi lugar es aquí-la abrase muy fuerte.
No me gustaba que mi nana se hiciera menos, después de todo ella me había criado, para mí ella era como una madre y hubiese preferido mil veces que ella fuese mi madrastra a la loca que tenía mi hermanito como madre-Suspiré-Sabía que no podría convencerla, era más fácil que mi padre dejara de ser policía a qué mi nana aceptará ir a una fiesta conmigo. ¡Era tan terca!
-No estés triste mi niña hermosa, piensa en lo feliz que va a estar Caleb de verte así de bonita.
Esta mujer realmente sabía como alegrarme.
-Si no le gusta es imbécil-mi papá entro en mi cuarto-oh, es cierto, creo que ya lo es-puse los ojos en blanco.
Digamos que mi papá y Caleb no se llevaban bien, no se podían ver ni en pintura. Mi padre no soportaba que su hija ya tuviera enamorado, así que siempre que se veían mi papá lo menosprecia a, por suerte Caleb no le guardaba rencor por ello. Creó que después de todo era normal, la típica relación de odio entre papá y novio.
-Me ayudas, princesa? - dijo mostrándome la corbata a la cual no podía hacer el nudo.
Me masajeé la sien, a veces podía ser tan bueno para algunas cosas y tan malo para otras.
-Mi princesa ya es toda una adulta, pero para mí siempre vas a ser mi princesita-Me rodeó con los brazos-Me alegró tantó de que hayas llegado a mi vida.
-Papá ¿Sabes que te quiero verdad?-sus abrazos se sentía tan cálidos que deseaba que nunca se acabarán.
-Ya basta, esto es muy cliché. Se nos hace tarde, todo el pueblo debe ver lo bella que estás.
-Tienes razón-nos subimos al auto que esperaba por nosotros.
Al llegar, todos en el salón posaron su vista en nosotros, comenzamos a entrar en el salón, mientras escuchaba los halagos que me hacían por el hermoso vestido que llevaba. Una chica de vestido rojo corrió hacia mí, la reconocí al instantáneamente, era Ximena.
-Wow, te ves increíble cariño.
-Tú no te quedas atrás, ese vestido te queda de maravilla.
-Y que dicen de mí hermosuras-Esteban apareciendo con un estilo, que me dejó sorprendida-Me vestí así por tí, pero no te acostumbres, parezco pingüino.
-Estoy segura que muchas chicas van a babear por ti-sabía que solo levantando su ego iba a dejar de quejarse por la ropa que usaba..
Dejé de prestarle atención a mis locos mejores amigos y me fijé en la decoración, el salón estaba perfectamente decorado con rosas y candelabros muy hermosos, la música de fondo era tocada por violinistas traídos desde la cuidad y los meseros iban y venían trayendo charolas llenas de licor y bocaditos.
La fiesta que hacía mi padre siempre dejaba a todos en el pueblo con la boca abierta y no éramos ricos, pero él se las arreglaba para darme una fiesta inolvidable para cada cumpleaños de sus hijos.
-¿Saben dónde está Caleb? con las máscaras no distingo bien a las personas.
-Tranquila, viene más tarde-sonreí al escuchar esa voz.
Era Axel, el mejor amigo de mi enamorado y claramente amigo mío, el chico era guapo no podía negarlo, pero ninguno era como mi Caleb, el era inigualablemente perfecto.
-Pensé que llegarías con él-dije, mientras agarraba una copa de champagne.
-Si, pero se quedó porque tiene una sorpresa para ti.
Mi padre me hizo una señal para que me acercara hacía él.
-Señores, brindo por mi hija, mi mayor orgullo y el mejor regalo que la vida me dio-todos alzamos nuestras copas y brindamos-En honor a su presencia, mi hija nos deleitara tocando el piano para todos nosotros.
Mis ojos casi se salen cuando terminó de hablar, hacía ya mucho tiempo que no tocaba el piano.
-Pero padre...-trate decirle que no quería tocar frente a todos.
-No digas que no, todos queremos verte tocar, hace mucho que no te escucho, dale ese placer a tu viejo padre.
-Esta bien.
Me dirigí al piano, acaricie ligeramente las teclas. Cerré los ojos y respire profundamente, tratando de olvidarme del resto, me senté en el asiento acolchonado que había frente a mi y dejé que mis dedos cobrarán vida propia.
En el momento en él que yo toque la primera tecla, sentí tal felicidad, que me hizo sentir más viva que nunca, me olvidé de todo y de todos solo éramos el piano y yo, mientras nos complementábamos hermosamente haciendo sonar la más hermosa y angelical melodía.
Cuando termine, todos incluyendo mi padre, comenzaron a aplaudirme, me sentí como en un concierto en donde yo deleita los oídos de los invitados y ellos me agradecían con sus aplausos y era más que feliz con eso.
En eso lo ví, estaba allí mirándome sonriente, sus ojos azules conectaron con los míos, haciéndome sentir una corriente eléctrica en todo el cuerpo. Poco a poco se fue hacer ando a mi hasta llegar a mí.
-Hermosa, te amo desde el primer día que te vi, por eso delante de todas estas personas, te voy a hacer la pregunta más importante de tu vida-sentí que todo el aire de mis pulmones se esfumaba-¿Quieres casarte conmigo?-saca un anillo y se arrodilla frente a mi.
¡¡OH POR DIOS!!
Estaba en shock, no esperaba esto, sentía que iba a explotar de la emoción. Trague grueso al ver que todos esperan mi respuesta, pero no tenía nada de que dudar, casarme con Caleb Zobrist era mi sueño, no tenía sentido tener dudas, el era el amor de mi vida.
-Claro que acepto-respondí sonriendo.
-Te amo Beatriz Thomson-dijo con su bella voz.
Me colocó el anillo y se levantó.
-Y yo te amo Caleb Zobrist-lo atraje hacía mi y lo bese apasionadamente.
Sin duda tenía la vida perfecta, tenía amigos que darían la vida por mí al igual que yo por ellos, un padre y un hermano que me amaban y una nana que quería como a una madre y ella como una hija definitivamente, tenía la vida que todos deseaban.Y ahora me había propuesto matrimonio, en medio de mi cumpleaños número 21. No podía ser más feliz.
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