Mirando a su alrededor sonrió un poco, su habi-tación era bastante sencilla, una cama, un tocador y su escritorio. Nada extravagante, de hecho, aquella habitación era igual que ella, sencilla. Aunque para su madre la palabra sencilla no describía a la habita-ción...mucho menos a Eliana, para ella su hija era una simplona. Eliana siempre supo que su madre sentía vergüenza de ella, aunque jamás comprendió por qué.
Cuando cumplió 10 aceptó que nunca la querría y a los 14 empezó su pesadilla. Por eso dejó de tratar de agradarle y se dedicó a sobrevivir.
Dejando eso aparte, Eliana observaba su celular, se sentía nerviosa pues quería...necesitaba hacer esa llamada y escucharlo antes de unir su vida a la de otro hombre.
...Uno, dos, tres timbres y ahí estaba...esa voz... él dueño de su corazón.
-Hola Antonio.
-¡Eli, me sorprende tu llamada! Tenemos ya va-rios meses sin hablar.
-Antonio, hay algo que debo decirte... -sonaba tan tensa que era sorprendente que Antonio no se diera cuenta-
-Eli, dime que me perdonas, que mis errores del pasado ya no evitarán que estemos juntos.
-¿Juntos...?
¡¡Nooo!!¿por qué le salía con eso ahora?
-Si Eli, nada nos separará ya.
-¿Por qué no me dijiste esto hace unos meses...? ¡Dios! ya no puedo dar marcha atrás.
-¿Marcha atrás? Eli, pequeña, te tengo grandio-sas noticias, luego me explicarás de lo que sea que estás hablando.
-Yo también te tengo noticias, verás, hoy es el día de mi boda.
Silencio al otro lado de la línea
- ¿Antonio, estás ahí?
- ¿Tu boda? ¿De qué mierdas hablas? Eli, regre-so pronto al país, te amo. No sabía que tenías novio.
-No tenía novio, es un amigo de varios meses que me ha pedido que nos casemos y la verdad es que mi vida en casa es tan dura que prefiero irme con él. ¿Y cómo podrías tener idea de si tengo novio o no? No hablamos hace mucho tiempo...
...A menos que mi abuelo siga de alcahuete con-tigo, diciéndote lo que no debería.
-¿Cuál es su nombre, pequeña? Dímelo por fa-vor.
¿Qué demonios importaba su nombre? pensaba Eliana. Jamás acabaría de entender a Antonio
-Michael Thompson...
-Michael Thompson... ¡no con él no!
-¿Qué diablos te pasa?
-Odio pensar en lo que te hice, no estuve ahí pa-ra ti y por eso estás con él. No lo hagas, perdóname, Eli, estamos hechos el uno para el otro. Fui un idiota de primera, no lo puedo negar. Tampoco puedo espe-rar que corras a mis brazos, pero dame tiempo para mostrarte cuán grande es mi amor por ti.
-No puedo Antonio, sencillamente no puedo perdonarte. Mi vida ha sido un infierno y esperé que estuvieras ahí para mí. Pasaron cosas tan aberrantes de las que ni siquiera tienes idea- Eliana gritaba his-térica-
-Cariño, cálmate un poco, ¿de acuerdo? sé que te fallé cuando más me necesitabas, pero no te cases, menos con él, no es quien dice ser.
-Ni siquiera quiero saber de dónde lo conoces, solo quise escuchar tu voz. Te extraño muchísimo, pero esto es lo mejor. Necesitaba despedirme...
-Pequeña, por Dios recapacita.
- Adiós.
-Eliana, no me cuelgues.
Cuando Eliana le colgó, Antonio empezó a cami-nar desesperado, tenía tanta ira que empezó a arrojar lo que tenía a mano, ella no podía casarse, menos con ese imbécil que la quería para dañarla, él lo sa-bía. Tomó el teléfono y llamó al padre de Eliana.
-¿Si, diga?
-Ethan esa boda es un error.
-¿Antonio? Pero muchacho has desaparecido de la vida de Eliana desde hace mucho, es una joven atractiva, no puedes creer en serio que tienes poder sobre sus decisiones.
-Ethan, me importa una mierda como vas a lo-grarlo, no dejes que tu hija se case. Ella me ama, es un error que va a ser catastrófico, debes evitar esto.
-Al inicio pensé que era un juego, es decir, mi bebé ya llegaba a los 25 y como no lo ama creí que era algo pasajero, simplemente asumí que estaba es-perándote. Sin embargo, ha seguido adelante con la boda, no puedo forzarla a nada. Lo siento.
-Le fallamos mucho y ella parece un animal he-rido, se refugia en Michael, pero no debe hacerlo.
-Lo lamento muchacho, no hay nada que hacer.
Antonio miraba fijamente el teléfono cuando Et-han lo colgó
-Maldición, la perdí, la perdí...
Antonio caminó por la habitación, se sirvió un trago y arrojó el vaso contra la pared.
Ajena a toda aquella conversación, Eliana conti-nuaba cepillándose el cabello, de pronto sonó un golpe, su abuelo Peter se quedó contemplándola des-de la puerta, se veía melancólico y triste. Se sentó en la cama junto a Eliana y colocó en la mesa un sobre de manila bastante abultado, Eliana lo miró, pero no preguntó nada.
-Me duele verte así, mi niña.
-No te entiendo abuelo.
-Casándote para huir, deberías ir al altar con el amor de tu vida y en parte soy culpable por no tener mano dura con mi hijo, porque él le permitió a tu madre tratarte mal siempre.
-No estoy huyendo, al menos no en el sentido li-teral de la palabra.
¡¿qué demonios les pasaba a todos hoy?!
-Soy tu abuelo y te conozco, tu padre ha sido egoísta, tu madre es una usurpadora que te ha teni-do encerrada en casa toda tu vida.
-¡¡¡Abuelo!!!
Eliana veía a su abuelo bastante alterado, pero aun así no podía faltarle el respeto a su madre, no era correcto, por eso le puso la mano en el brazo y le dio unas palmaditas mientras movía la cabeza de un lado al otro.
-Recuerda que es mi madre y aunque no me tra-te como quisiera le debo respeto. Deja de ser tan gruñón que me pones más nerviosa.
-No me regañes chiquilla que debería ser yo el que te reprenda. Además, sabemos de las preferencias de tu futuro esposo y este con tal de no perder su dinero te mete la loca idea de que deben casarse para mantener feliz a su padre. Debes atarte a él dos años y si en ese periodo de tiempo conoces a alguien perderás la oportunidad.
Ahora, si fuese un amigo de toda tu vida lo en-tendería, pero solo le conoces desde hace seis meses, Eliana este va a ser un error muy grande.
-Abuelo, he recibido muchas bendiciones, no fui a la escuela normal pero no he dejado de conocer gente. Aunque ya casi tengo 25 siempre me dije que me iría de casa cuando llegase el día de mi boda, dé-jame vivir este momento tan feliz. A él lo quiero. No somos amigos de infancia, pero no veo lo malo, mi vida a su lado no puede ser peor que al lado de mi madre.
-¿Y Antonio?
-¿Qué con él? No empieces abuelo, él está lejos, muy lejos del país, de mi vida...
-Pero no de tu corazón.